lunes, 7 de septiembre de 2020

SAN CLEMENTE MARÍA: APÓSTOL DE VARSOVIA Y VIENA Y SEGUNDO FUNDADOR DE NUESTRA CONGREGACIÓN

SAN CLEMENTE MARÍA: APÓSTOL DE VARSOVIA Y VIENA Y SEGUNDO FUNDADOR DE NUESTRA CONGREGACIÓN (Colección ´Santos y Beatos CSSR')


Hace 200 años, un 15 de marzo de 1820, san Clemente María Hofbauer, hizo su viaje hacia la eternidad. Fue llamado ante la presencia del Señor en la sinigual ciudad de Viena, bañada y refrescada por las aguas cristalinas del río Danubio. Sus villas, la cadena de montaña de los Alpes, el arte barroco y por ser la cuna de la Casa de Habsburgo, hacen de Austria y su capital uno de los países más bellos del mundo. Igualmente bella y luminosa fue la estela apostólica que dejó a su paso el gran san Clemente María Hofbauer.

En este aniversario del viaje a la eternidad del santo de Varsovia y Viena, el Gobierno general ha decretado un Año Jubilar en honor a este gran apóstol de la Iglesia y de la Congregación del Santísimo Redentor, que inició el 15 de marzo del 2020, y finalizará el 15 de marzo del 2021. Debido a la pandemia de la COVID-19, se suspendieron varios actos que estaban programados para celebrar el inicio de este histórico bicentenario. El superior general de nuestra Congregación, el M.R.P. Michael Brehl, nos alentó a vivir este hermoso tiempo de recordación con estas palabras: ´´¡Que este año jubilar sea un acicate para continuar con valentía la misión de la Congregación! ¡Que podamos, al igual que San Clemente, predicar el Evangelio siempre como testigos proféticos del Redentor en solidaridad con la misión en un mundo herido!´´.

Clemente María nació un 26 de diciembre de 1751, en Tasswitz, Moravia, actual República Checa. Fue bautizado con el nombre de Juan. En la Europa que vio nacer a san Clemente, había grandes reinos y principados. Reinaba felizmente María Teresa I de Austria quien, según los historiadores, fue la primera y única mujer que gobernó la Casa de Habsburgo. Se afirma que fue una época bella y con mucho brillo. El firmamento de las letras era iluminado por la pluma de Johann Wolfgang von Goethe, el poeta, novelista y dramaturgo, autor de Fausto. Sin embargo, en medio de la belleza y brillo del reinado de María Teresa, estaba presente la pobreza, que sigue siendo una epidemia que afecta a millones de personas en nuestro planeta Tierra. En edad temprana, el joven Clemente quiso ingresar en el seminario para recibir las órdenes sagradas, pero por problemas económicos familiares, no pudo realizar su deseo. Se dedicó al oficio de la panadería, en el que trabajó ardorosamente por un tiempo, oficio que combinó con el de ser sirviente en la ciudad de Viena.

Después de un tiempo, Clemente dirigió su vida en la búsqueda de Dios como ermitaño. Un ermitaño, es aquella persona que vive en soledad, en una ermita y cuida de ella. Siglos después de la muerte y resurrección de Jesús, muchos cristianos buscaron medios para vivir según el mensaje del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. El primer ermitaño de la cristiandad del que tenemos noticias, fue Pablo de Tebas quien, (año 228) bajo la sangrienta persecución del Imperio Romano, decide internarse en el desierto de los montes, aguardando así el fin de la persecución romana. Pablo de Tebas es considerado como el primer ermitaño que existió. ¿Qué buscaban en el desierto los ermitaños? En la ascesis solitaria buscaban una paz interior y unirse con Dios, vivir según su santísima voluntad y cumplimiento del Evangelio. San Clemente vivió su eremitismo en los siguientes lugares en dos etapas de su vida: la primera, en Mühlfrauen (República Checa ); y la segunda, en Tívoli, provincia romana. ¿Qué buscaba san Clemente en su vida como eremita? Según sus biógrafos, dos cosas fundamentalmente: su amor a la soledad con Dios y continuar sus estudios que ya había comenzado estando en la Cándida y Canónica Orden Premonstratense, en el antiguo monasterio de Klosterbruck, que lo llevarían algún día al sacerdocio. La vida eremítica marcó espiritualmente a nuestro santo, y es por ello que tomó el nombre eremético de Clemente, en honor al mártir san Clemente de Ancira; pues su nombre de pila, como lo he indicado en los primeros renglones del presente escrito, era Juan.

Tras un tiempo como ermitaño, y de haber iniciado sus estudios de filosofía y teología en Viena, san Clemente conoce la Congregación del Santísimo Redentor, tomando el hábito redentorista e iniciando el año canónico de noviciado, en octubre de 1784, en la ciudad de Roma. Varios se preguntan si hubo algún encuentro entre el santo fundador, san Alfonso María de Ligorio y el joven novicio Clemente María. Cuando este llega a Roma para unirse a los misioneros redentoristas, san Alfonso se encontraba en el sur de Italia, en Nápoles, en el ocaso de su vida; además, es importante anotar que, según los biógrafos de san Alfonso, este solo visitó dos veces la ciudad de Roma en toda su vida. Otro dato importante de anotar, es que la Congregación solo estaba presente oficialmente en los Estados Pontificios. Es meritorio decir, que san Clemente ingresa a la Congregación por inspiración de san Alfonso. En 1785, el 19 de marzo, día solemne de san José, san Clemente, a los treinta y dos años de edad, y su compañero, Thaddeus Huebl, hicieron su profesión religiosa, y diez días después, fueron ordenados como sacerdotes en la Concatedral Basílica de San Pablo o simplemente llamada la Catedral de Alatri.

La actividad apostólica de san Clemente inicia en el año de 1787 cuando la Congregación, desde el Reino de Nápoles, Sicilia y los Estados Pontificios comienza a difundirse hacia el norte de los Alpes. Gracias a la providencia de Dios, fue creciendo en todo el territorio de Italia, fortaleciéndose y dando grandes frutos.  Fue san Clemente María Hofbauer, quien llevó más allá de las fronteras de Italia el instituto religioso, por ello, se le ha considerado el segundo fundador, sin quitar mérito alguno al fundador san Alfonso María. Con su don misionero y celo por las almas lleva el carisma de la Congregación a Polonia, Alemania, Suiza y Austria. Y es el venerable padre José Passerat (1772-1858), hombre santo de Dios, y compañero de misión de san Clemente, quien envía misioneros a Portugal, Bélgica y Bulgaria.  Es así como el carisma fundado por san Alfonso María de Ligorio empieza a derramarse como óleo santo por el mundo entero.

La actividad apostólica de san Clemente María fue fecunda para la Iglesia y la Congregación. Su frase ´´Predicar el Evangelio de un modo nuevo´´, iluminó su vida, espiritualidad y apostolado. Esa luz iluminó su quehacer evangelizador: predicación, misiones, niños y jóvenes abandonados y los más pobres.  Los biógrafos de Hofbauer, escriben que le dio mucha importancia a la homilía, las cuales tenían tres ejes: fundamento bíblico, cercanía al pueblo y llamado constante a la conversión. La misión de la Iglesia y la Congregación, la pensó y vivió en tres campos: misiones populares, misión permanente y la misión universal. Dándole la importancia debida a la liturgia y celebración de los sacramentos. El redentorista Josef Heinzmann, escribe lo siguiente sobre la liturgia en la vida de san Clemente: ´´Cada día había al menos una misa y muy solemne, con música y canto. Sonaban por lo menos dos docenas de violinistas, hasta los artistas más famosos de Varsovia´´. Clemente, siendo el pastor bueno en la iglesia de San Benón, en Varsovia, se dedicó con corazón de pastor a las obras de misericordia, espirituales y corporales. Su labor misericordiosa, la dirigió en favor de los niños, jóvenes y más pobres. Abrió escuelas para los pobres. Dedicándose a la juventud, fundó una escuela artesanal. Con especial cariño y devoción, ayudó a los pobres económicamente, auxilió a los enfermos y moribundos, a los marginados les ayudaba a reintegrarse en la sociedad. A los pecadores, por el sacramento de la confesión, les ayudaba a encontrarse con el Señor mediante un camino de conversión. Clemente María, se dejaba evangelizar por los pobres, se hizo pobre entre ellos y vivió una pobreza espiritual, porque reconoció siempre sus limitaciones y equivocaciones, pero nunca dejó de confiar en Dios y colocar en sus manos su vida entera. Amó a la Iglesia. Repetía: ´´¿Cómo puede alguien tener a Dios como Padre, cuando no quiere tener a la Iglesia por madre?´´. Vio en el papa y los nuncios de Varsovia y Viena, la unidad de la Iglesia.

Hay otra faceta en la vida de san Clemente: la de escritor. Con los laicos, estando en Varsovia, capital de Polonia, desarrolló el apostolado de la pluma. Nunca se consideró un buen escritor. Se decía que no era buen escritor. Los cuatro idiomas que hablaba, no los dominaba con destreza. Se encargó de las traducciones de las obras de san Alfonso, pues en San Benón había una pequeña imprenta y organizó una biblioteca pública. Como un tesoro espiritual, se conservan 170 cartas escritas por el santo, las cuales son dirigidas a diversos destinatarios y nos ayudan a entender la espiritualidad de san Clemente quien, siempre y sobre todo buscó la voluntad de Dios. Sus biógrafos afirman que fue un místico en acción.

San Clemente, sin duda alguna, es el  gran propagador de la Congregación y segundo fundador. A él se debe el origen de la expansión mundial del carisma redentorista. Siempre confesó un gran respeto y devoción por san Alfonso. Eran muy diferentes, pero idénticos en su celo por las almas. Hans Schermann, lo describe así: ´´Alfonso era aristócrata; Clemente, un trabajador. Alfonso, niño prodigio y genio precoz; Clemente, un hombre sencillo. Alfonso, intelectual y escritor; Clemente, un pastor práctico. Alfonso era napolitano y trabajó siempre dentro de los confines de su patria; Clemente era un viajero, que tomó media Europa como su campo apostólico´´. Ejerció las funciones propias de superior, párroco y vicario general de la Congregación. Fue un hombre con corazón de pastor.

Con el nombre de San Clemente fue inaugurada la casa destinada para la formación de jóvenes aspirantes a la vida religiosa sacerdotal, en la Congregación del Santísimo Redentor, en el año de 1987, en San José de Costa Rica, América Central. La bendición de la casa, en la que residen los postulantes, futuros misioneros, fue realizada por Mons. Román Arrieta Villalobos, arzobispo metropolitano de San José, siendo viceprovincial el M.R.P. Miguel Rodríguez del Palacio. La historia como mensajera del tiempo, señala a figuras como los PP. Jesús Rico Aldave, José Casal Calviño, quien estuvo al frente de la construcción de la casa de formación; Ángel Morán Combarros, primer superior y prefecto; y Laureano Salgado Estévez, como los que impulsaron grandemente la realización de tan grande proyecto.

Que en este histórico Bicentenario de la muerte de san Clemente María Hofbauer, la gran Familia Redentorista podamos renovar nuestro bautismo y nuestro espíritu apostólico, llevando como lema siempre sus palabras: ´´Predicar el Evangelio de un modo nuevo´´.