ALGUNOS ASPECTOS SOBRE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
El 15 de agosto contemplamos el gran amor de Dios en
nuestras vidas. Y nuestra mirada se dirige también a Nuestra Señora en su
Asunción gloriosa. Es su gran y solemne día. Por eso estamos de fiesta, no hay
emplazamiento para la pesadumbre. La Iglesia entera se acicala al celebrar a
María en su Asunción gloriosa. Mujer infinita que con su presencia ha iluminado
y perfumado el firmamento de la historia de la Humanidad.
¿Qué nos dicen las Sagradas Escrituras, la Doctrina de la
Iglesia, los santos, teólogos y biblistas acerca de este dogma de fe mariano?
En esta atmósfera de gracia y santidad que es la
celebración del 15 de agosto, nos adentramos en una innumerable cantidad de
luces espirituales, bíblicas y teológicas. La Munificentissimus Deus,
constitución apostólica con la que el papa Pío XII, definió el dogma de la
Asunción de María en cuerpo y alma al cielo, en la fórmula definitoria, dice:
´´Por tanto, después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces e invocar la
luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la
Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de
los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para acrecentar la gloria de
esta misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, por la
autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y
Pablo y por la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de
revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María,
cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria
celeste´´. Y el Concilio Vaticano II afirma sobre la Asunción de la Virgen
María, lo siguiente: ´´Terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada
en cuerpo y alma a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como
Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los
señores´´.
La Dra. Deyanira Flores, de gran proyección cosmopolita,
a quien conocemos por sus profundos estudios en Mariología y Teología Sagrada,
nos comparte acerca del dogma de la Asunción de María, instruyéndonos con estas
palabras: ´´Es la glorificación corporal anticipada de la Virgen María. En otras
palabras, es el hecho de que Jesucristo, al terminar su vida en la tierra, se
la llevó al cielo en cuerpo y alma glorificándola a su derecha como Reina y
Señora de todo lo creado por ser Su Madre Santísima´´.
Ciertamente hemos de reconocer que el dogma de la
Asunción de María, es un tema verdaderamente enrevesado. En palabras de Anwar
Tapias Lakatt (sectario convertido al catolicismo), el dogma de la Asunción es:
‘’Uno de los temas más complicados para la Apologética Católica (…) No hay un
solo texto explícito en la Sagrada Escritura para ello, por lo que un
protestante no acepta argumento distinto a esto’’. Tapias Lakatt desarrolló una
catequesis sobre el dogma de la Asunción de María, en cinco puntos, a saber: 1.
Suficiencia en la Escritura para exponer una verdad. 2. Tipología de María como
Arca de la Alianza. 3. Conexión con la Inmaculada Concepción. 4. Análisis del
acontecimiento a la luz de la Escatología. 5. Situación de este dogma antes de
su promulgación.
En las Sagradas Escrituras, se habla ´implícitamente´
sobre el dogma de la Asunción de María, pues son diversos los textos bíblicos
del Antiguo y Nuevo Testamento que apuntan a la enseñanza del dogma. Podemos
afirmar, con toda seguridad, que el dogma de la Asunción de María está
arraigado en las Sagradas Escrituras; así
lo han interpretado los padres y teólogos de la Iglesia.
El papa emérito Benedicto XVI, indudablemente, es uno de
los más grandes teólogos del siglo XX y uno de los hombres más inteligentes del
planeta; en su riquísimo pontificado habló sobre este dogma en varias ocasiones
con estas palabras: ´´María fue elevada al cielo en cuerpo y alma: en Dios
también hay lugar para el cuerpo. El cielo ya no es para nosotros una esfera
muy lejana y desconocida. En el cielo tenemos una madre. Y la Madre de Dios, la
Madre del Hijo de Dios, es nuestra madre. Él mismo lo dijo. La hizo madre
nuestra cuando dijo al discípulo y a todos nosotros: “He aquí a tu madre”. En
el cielo tenemos una madre. El cielo está abierto; el cielo tiene un corazón´´.
Grandes santos y beatos de la Iglesia han reflexionado y
orado profundamente sobre el dogma de la Asunción de María. San Juan Damasceno,
teólogo y escritor sirio, doctor de la Iglesia afirmó: ´´Era necesario que
Aquella que en el parto había conservado ilesa su virginidad conservase también
sin ninguna corrupción su cuerpo después de la muerte. Era necesario que
Aquella que había llevado en su seno al Creador hecho niño, habitase en los
tabernáculos divinos. Era necesario que la Esposa del Padre habitase en los
tálamos celestes. Era necesario que Aquella que había visto a su Hijo en la
cruz, recibiendo en el corazón aquella espada de dolor de la que había sido
inmune al darlo a luz, lo contemplase sentado a la diestra del Padre. Era
necesario que la Madre de Dios poseyese lo que corresponde al Hijo y que por
todas las criaturas fuese honrada como Madre y sierva de Dios´´. Otro gran santo,
san Alfonso María de Ligorio, fundador de mi congregación, quien cantó
solemnemente las glorias de María, escribió: ´´Jesús preservó el cuerpo de
María de la corrupción, porque redundaba en deshonor suyo que fuese comida de
la podredumbre aquella carne virginal de la que Él se había vestido´´.
Como cristianos católicos, iluminados por la fe de la
Iglesia, creemos firmemente lo que este dogma mariano nos enseña: ´´Que la
Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida
terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo´´ Y que María,
nuestra Madre, ´´no estuvo sujeta a la ley de permanecer en la corrupción del
sepulcro ni tuvo que esperar la redención de su cuerpo hasta el fin del
mundo´´.
La Iglesia siempre creyó en esta verdad; por ello, iluminada por el Espíritu Santo, vio necesario la declaración del dogma de la Asunción gloriosa
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