lunes, 26 de noviembre de 2018

‘’Imagen de la Sangre de Cristo. Parroquia El Calvario, Managua’’ (Colección Santos Cristos)




En la ciudad de Managua, en el barrio de El Calvario, hay un inmenso mercado: el famoso Mercado Oriental, el más grande de Centroamérica. En dicho mercado la actividad comercial es verdaderamente intensa, de sol a sol, tiene un horario particular. Es un mercado muy popular, en él se puede encontrar cualquier cosa. La gente dice: “en el Mercado Oriental lo encontrás”, y también dice: “hay que regatear”. Y por todo el mercado, debido a las altas temperaturas de Managua, se escucha la frase de ofrecimiento tan popular y tan cómica: “va el agua helada, el agua helada va”.

En el Mercado Oriental se vende desde una fruta, verdura, ropa, calzado, electrodomésticos, muebles, hasta llegar a piezas de carros. Hay de todo.

En ese mercado, donde se vende y se compra, donde no hay silencio, donde se oyen voces, gritos, sendas palabras, el ruido de los carros, la música en alto volumen, las tiendas, los puestos colocados unos con permiso y otros no de la Alcaldía Municipal, el hedor que se siente por todo el mercado, allí se encuentra la parroquia El Calvario, en ese vericueto.
La parroquia la conforman otros barrios: Los Ángeles, Quinta Nina, La Aduana, Santos Espinales, Chico Pelón, 21 de Febrero y La Mecatera. El P. Milton Tobías, siendo párroco de esa iglesia, nos ofreció algunas referencias sobre la historia de la parroquia y sus devociones.

En el templo parroquial de El Calvario hay dos imágenes de Jesús muy queridas por sus parroquianos: la de Jesús Nazareno, imagen colocada en una hermosa urna que lleva una antiquísima corona y resplandor hechas de plata, que según lo que nos compartió el padre Milton Tobías, datan de 1929, la primera, y el segundo 1928. La otra imagen es la Sangre de Cristo, se encuentra en una capilla lateral del templo, construida entre 1999 y 2000, siendo párroco, el P. Rafael O´Farril Bermúdez, con la ayuda de los feligreses y de manera especial del señor José Alfredo Vargas. Es la imagen más visitada y tiene más de cien años, según lo refirió, hace varios años, en una conferencia Mons. Oswaldo Mondragón (Q.d.D.g.).
La imagen representa a Jesús muerto, con los ojos completamente cerrados, un Cristo muerto para resucitar. Es la imagen de Jesús que ha muerto entregando su vida por nosotros y duerme en los brazos de su Padre en forma de cruz.

Duerme descansando en la cruz, para despertar, resucitar y conducirnos a todos a la Casa del Padre. Ha cerrado sus ojos, ojos de amor, de ternura, de misericordia, de paz. Ojos que miraron al pecador con misericordia, ojos que miraron al mundo con un solo sentimiento: el amor.

“Era ya cerca de la hora sexta cuando se oscureció el sol y toda la tierra quedó en tinieblas hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: “Padre, en tus manos pongo mi espíritu”. Y, dicho esto, expiró”. (Lc 23, 44-46).

Al morir nuestro Señor en la Cruz, en lo alto del monte Calvario, donde aparece congregada simbólicamente la Iglesia, Jesús entrega el Espíritu, que es fuente de toda vida, y que lleva a la verdad completa. Cristo muere en la cruz, ese es su trono, un trono de amor y bendición.

En la cruz de Cristo, están clavados en Él, el dolor de todos los hombres y mujeres, el sufrimiento del género humano: la soledad, el fracaso, el dolor sin sentido, la injusticia, la discriminación, la enfermedad, el abandono, la incomprensión, la pobreza, la violencia, abuso de todo tipo, la explotación, la marginación de clases sociales, el empobrecimiento de nuestros países latinoamericanos, el dolor de los matrimonios destruidos, el dolor de una madre con sus hijos metidos en la droga. Todo el dolor y el sufrimiento de la humanidad, están clavados en la cruz de Cristo y en el cuerpo de Cristo, en Él todo es redimido, porque en Jesucristo hay abundante redención.

lunes, 22 de octubre de 2018

El Señor de los Milagros (Colección Santos Cristos)



La devoción a “El Señor de los Milagros” es una de las más grandes e impresionantes que hay por parte del pueblo cristiano-católico a Jesús clavado en la cruz por amor a la humanidad. Esta devoción nos viene de América del Sur en Perú: “Esta tradición nace en Lima, Perú, donde una serie de acontecimientos extraordinarios fueron acrecentando con el correr del tiempo, la proyección a todos los lugares del mundo de esta sagrada Imagen del Señor de los Milagros. En este país la devoción es de carácter nacional y parte de una pintura al fresco del siglo XVII, que representa al crucificado y que pertenecía a una cofradía de negros”. 

En Nicaragua, esta devoción llega con fuerza, dinamismo, y encuentra un lugar especial para quedarse en el corazón de los managuas. La bendita Imagen de “El Señor de los Milagros”, se encontraba en el templo de Veracruz; que a la llegada de la Imagen de la Sangre de Cristo en el año de 1638, ya se veneraba con mucha devoción en dicho templo, la Imagen de “El Señor de los Milagros”.

El movimiento terráqueo del año de 1931, echó abajo el antiguo templo de Veracruz; este acontecimiento llevó a trasladar la imagen a la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, donde estuvo hasta mediados de los años cincuenta. Cuando es levantada arquitectónicamente la Iglesia de Santo Domingo, la venerada Imagen de “El Señor de los Milagros” permaneció en dicha Iglesia hasta nueva orden del Sr. arzobispo Alejandro González y Robleto, quien decidió que la milagrosa Imagen, después de su estancia en la Iglesia de Santo Domingo, fuera llevada a la Catedral Santiago de Managua, donde permaneció hasta el año de 1972, cuando ocurrió el fatídico terremoto.

La Imagen de “El Señor de los Milagros”, al igual que otras imágenes que se encontraban en la antigua Catedral Santiago de Managua, fueron recuperadas y enviadas a otras iglesias de la ciudad capital para ser custodiadas a la espera de un nuevo templo; en este caso, de una nueva Catedral. En el caso concreto de algunas imágenes, no encontraron el camino para llegar a la nueva catedral de Managua Inmaculada Concepción de María.

Pues así lo permitió Dios en su infinita misericordia y en sus infinitos designios, y así lo ha permitido con la imagen de “El Señor de los Milagros”. Esta bendita Imagen estuvo desaparecida por varios años después del terremoto de 1972. En un breve escrito sobre la historia de esta venerada Imagen, se narra su hallazgo, en una época llamada posterremoto, su llegada a la Colonia Unidad de Propósito y su restauración: “Después de este suceso se pierde el rastro por varios años, hasta que es encontrada en una pequeña Iglesia del barrio María Auxiliadora, tirada en un basurero de hojas y papeles viejos, a la par de otros santos. Es rescatada de allí por el señor Edmundo Martínez y su hijo Bayardo Martínez, habitantes de la Colonia Unidad de Propósito. Ellos la trasladan a la Iglesia de esta colonia. Aquí es restaurada por el gran pintor y escultor Rodrigo Peñalba, ya que tenía la mano quebrada, y dos dedos de las manos. Esto ocurre a finales de la década de los años de 1970.

Hermano lector, si desea conocer la bella imagen de “El Señor de los Milagros”, y la parroquia donde se encuentra y que lleva su mismo nombre, le invito a que siga leyendo algo más sobre esta milagrosa Imagen.

Siguiendo la famosa Carretera Norte, que en febrero de 1996 vibró al paso de san Juan Pablo II “El Grande”, en el km 9 ½ dirigiéndonos al Instituto Modesto Armijo, 1c. al norte, 25 mts. al este, en la Colonia Unidad de Propósito, encontramos el templo parroquial de “El Señor de los Milagros”.
Esta Parroquia, fue creada en diciembre de 1997; comprende los barrios de Monte Fresco, El Rodeo, Monte Christi, Casa Real, La Purísima. En el centro del altar mayor del templo parroquial, se encuentra la bella imagen de “El Señor de los Milagros”. Su fiesta patronal es el 3 de mayo, en el calendario anterior, día de la “Santa Cruz”.

Al cuidado de la imagen están, en primer lugar, el párroco, y con él, los coordinadores de las comunidades parroquiales del Sistema Integral de la Nueva Evangelización (SINE), según nos compartió la profesora Aleyda de Jesús Guzmán, hija de esa parroquia y gran devota de “El Señor de los Milagros”.
Según la profesora Aleyda Guzmán, se ha constatado, que la imagen de “El Señor de los Milagros”, tiene alrededor de cuatrocientos años de antigüedad, es decir, es más antigua que la venerada imagen de la “Sangre de Cristo” de la catedral de Managua.
¿Qué expresa el rostro de la imagen de “El Señor de los Milagros”? Para la hermana Aleyda Guzmán y este su servidor quien escribe, la imagen de este Santo Cristo expresa dolor profundísimo, parece estar llegando al paroxismo, al límite del dolor, al sufrimiento mismo de donde surge el dolor. Y esta imagen pareciera decir, gritando a voz en cuello, las palabras: “Todo se ha cumplido”.

´´Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hispo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando tomo Jesús el vinagre, dijo: “Todo está cumplido”. E inclinando la cabeza entregó el espíritu´´(Jn 19, 29-30).

Jesucristo es el fiel cumplidor de la voluntad del Padre. Cumple con la voluntad de su Padre por amor a nosotros, y así, nos enseña a obedecer. La obediencia es la puerta de la bendición, Jesús obediente al Padre, nos conduce a la Casa del Padre. Pasa por el sufrimiento y el dolor, a la gloria y gozo de la resurrección. Su padecimiento es el camino a la gloria, su grito “Todo está cumplido”, es el grito de Jesús vencedor de la muerte, de rey victorioso que se encamina a la gloria. Él es el vencedor que con su obediencia vence al príncipe de este mundo: Satanás. Jesús elevado en la cruz, cumple con la voluntad de su Padre, juzga al mundo y atrae a todos los hombres y mujeres hacia Él. (Jn 12, 32).

“Había allí una vasija llena de vinagre” (Jn 19, 29). ¿Por qué le ofrecieron vinagre y no vino? La escritura dice que le acercaron a su boca una esponja empapada en vinagre y Jesús tomó. El vino y el vinagre. El vino representa la alegría de la vida en la Sagrada Escritura, representa también la generosidad que hay en el corazón del hombre. El vino generoso simboliza la fe que produce en el hombre y la mujer una auténtica alegría iluminando la vida. Por ello, en el pasaje de las bodas de Caná de Galilea, se da el “signo”, una rica simbología, un hecho extraordinario, un hecho que encierra precisamente la conversión del agua en vino. Los biblistas afirman que en las bodas de Caná, por intercesión de la Santísima Virgen María, se anticipó la hora de la glorificación definitiva de Jesús. Se anunció el banquete mesiánico del Reino de Dios, presagio y tipo de la eucaristía. El vino se convierte, para nosotros, en cada eucaristía, en la sangre de Cristo, sangre de la nueva Alianza, como dice el Señor en la última cena.

Jesús nos ofrece, en el Calvario; al gritar “Todo está cumplido”, estaba diciendo, que la gran celebración eucarística con la humanidad entera, se estaba llevando a cabo, se estaba realizando, se estaba cumpliendo, se estaba salvando al género humano. Jesús estaba prodigando el milagro divino de nuestra redención: ese es “El Señor de los Milagros”.

A Jesús le ofrecieron vinagre y no vino, porque el vinagre es agrio, es como astringente, producido por la fermentación ácida del vino; es eso lo que ofrece el mundo, lo que produce el pecado; el vino es alegría, alegra el corazón del hombre, se convierte en la sangre de Cristo que salva y nos redime.

El vinagre del mundo destruye a la persona, produce el ardor en las heridas causadas por nuestros pecados; en cambio, la sangre de Cristo, cierra nuestras heridas, sana nuestras dolencias, nos purifica y nos recrea. En cada eucaristía, se nos sirve el vino perfumado de la nueva alianza, para después convertirse en la sangre de Cristo que perdona los pecados  del mundo.







domingo, 21 de octubre de 2018

Jesús de la Suspensión (Colección Santos Cristos)



La imagen de Jesús de la Suspensión estaba en la iglesita que llevaba su mismo nombre. La iglesita de La Suspensión estaba ubicada al sur este del centro de la ciudad de Managua, cerca de la loma de Tiscapa y de la laguna que lleva el mismo nombre. Al barrio capitalino donde se encontraba la pequeña iglesia, le llamaban barrio del Santo Jesús de La Suspensión, hoy día conocido como barrio Sajonia, donde se encontraba la iglesia de la Suspensión, está ubicada la muy popular y conocida ferretería “Donald`s”. En 1955, a la llegada de los Misioneros Redentoristas, se les confía el cuidado pastoral de la Iglesia de la Suspensión, de la cual se hacen cargo interinamente.

En 1960 se da la bendición de la primera parte del templo del Santísimo Redentor que destruiría el terremoto de 1972, construido como a ciento cincuenta metros de donde estaba la Iglesia de la Suspensión. Es a partir de esa fecha, que la imagen del Santo Jesús de la Suspensión fue trasladada al nuevo templo, construido y finalizado por los Padres Redentoristas en 1967. Hoy día la imagen del Santo Jesús de la Suspensión se encuentra expuesta en la capilla del Santísimo del templo de la parroquia del Santísimo Redentor, remodelado en mayo del 2006 por la feligresía y por quien les escribe.

Esta amada Parroquia fue creada el 5 de abril de 1961, y comprende los barrios de El Redentor, 19 de Julio, Sajonia (antes barrio de la Suspensión), Largaespada, Francisco Meza y Buenos Aires. Han sido los Misioneros Redentoristas quienes han estado al frente de la Parroquia del Santísimo Redentor desde antes de su creación en 1961, hasta nuestros días, acercándose ya esta parroquia a sus Bodas de Oro en el 2011.

Es interesante saber el origen del nombre de la imagen del Santo Jesús de la Suspensión y cómo era la imagen entre los años cuarenta y cincuenta, ya que la imagen ha sufrido, con el paso del tiempo, tres restauraciones.

Don Luís Pérez, (Q.d.D.g), en sus ´´memorias vivenciales´´, nos describe la imagen: “Una imagen, más pequeña que mediana, de Jesús crucificado, inicialmente creo recordarla en una cruz rolliza, luego es modificada y le hacen una cruz plana, la imagen de rasgos y acabados, perfectos, bellísima”.Y por qué le llamaban de la Suspensión, continúa diciendo don Luis: “Se cuenta que hace muchísimo tiempo una fuerte correntada de agua y lodo que bajaba de las Sierras de Managua, amenazaba con inundar y destruir las humildes casitas de barro y zacate en que habitaban los primitivos pobladores del barrio; estas viviendas eran de un tipo de construcción que llevaba el nombre de henchidos, algo parecido al adobe y cuyos techos eran si no de paja, de tejas de barro. Ante aquella amenaza los pobladores del barrio en un acto de fe, de esa pura sin cosméticos, sin sofisticamientos, movidos por esa fe de la que ya dijera el Divino Maestro si la tuviéramos siquiera como un grano de mostaza moviéramos montañas, contaban nuestros bisabuelos se dirigieron a la “iglesita” del barrio y sacaron en procesión a la imagen de Jesús crucificado, enrumbando hacía el sur para encontrarse con la corriente que amenazadoramente en cualquier momento descendería sobre el barrio y lo arrastraría. No busquemos explicación alguna, la corriente no llegó hasta el barrio, se “suspendió”.

En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. El estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?” Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: “!Calla, enmudece” El viento se calmó  y sobrevino una gran bonanza. (Mc 4, 37-39). Este pasaje es conocido como la tempestad calmada por Jesús, que revela su divinidad. Jesús realiza el prodigio de calmar la tempestad para suscitar y confirmar la fe de sus discípulos en Él. ¿Quién es este que hasta el viento y las aguas le obedecen? Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios.

En la Biblia el mar representa las fuerzas del mal que Jesús domina con su poder, como al resto de los otros elementos de la madre naturaleza. Jesús increpa al viento y a las tormentosas olas del lago Tiberíades o mar de Galilea.  Vence los poderes del mal. El milagro de la tempestad calmada es un signo grande de la divinidad de Jesucristo, que se autorrevela y presenta en el mismo Dios Todopoderoso que domina los elementos de la naturaleza, en este caso, el mar embravecido de Galilea.

El relato nos dice que Jesús dormía en la barca; sin embargo, más dormida estaba la fe de sus más cercanos colaboradores, los discípulos. Aquí se da un paso muy importante, Jesús despierta en poder y calma las olas; así, según los biblistas, muestra su gloria y el esplendor maravilloso de su Resurrección.

Ese paso “de la tempestad a la calma”, es el paso de la pascua que hace vivir a sus discípulos y despierta en ellos la fe, viva, auténtica y ardiente. Eso mismo suscita en vos y yo, Jesús. Eso mismo suscitó en aquellos pobladores del barrio de la Suspensión al verse amenazados por aquella correntada, su fe los llevó en nombre del Señor, a “suspender” lo que terriblemente se avecinaba.

¿Por qué digo que el santo Jesús de la Suspensión es una imagen sin culto?¿En qué sentido? En la Iglesia católica, se le rinde un culto vivo y razonable al Dios Uno y Trino, que se expresa en estas dimensiones: a Dios le tributamos un culto de “latría”, que significa adoración; a todos los santos y beatos, le tributamos un culto de “dulía”, que significa veneración; a la Virgen Santísima, nosotros los católicos, le tributamos un culto de “hiperdulía”, que significa que Ella está por encima de todos los santos y beatos, pero no de Dios.

En cuanto a las imágenes, nosotros los católicos, le rendimos nuestra veneración y respeto, porque están en lugar del Señor, de la Santísima Virgen y de los santos y beatos, a quienes representan, porque son como sus retratos, pero no las adoramos.
En el caso de una imagen de Jesús en la cruz, la fe y la devoción del creyente sabe que esta imagen representa a su Señor clavado en la cruz por amor. Las sacrosantas imágenes de “El Señor de los Milagros”, “La Sangre de Cristo” de El Calvario, “Cristo Agonizante del Rosario”, y no digamos, la imagen de la “Sangre de Cristo” de la Catedral, son visitadas a diario; todos los días son visitadas por sus fieles devotos, que delante de esas benditas imágenes, hacen sus oraciones de agradecimiento, de petición y de intercesión.
Encienden una vela, rezan sus novenas, pagan sus promesas, depositan una ofrenda, y regresan a sus hogares bendecidos, fortalecidos y escuchados por el Señor. Han venerado “al Señor de la imagen, no a la imagen del Señor”, este es el significado hondo en el culto tan hermoso de nuestra Iglesia Católica, porque las imágenes merecen nuestra veneración y respeto por lo que representan.

La imagen del santo Jesús de la Suspensión no tiene, al igual que las otras imágenes mencionadas anteriormente, un culto o veneración. ¿A qué se debe? Se debe posiblemente, a las circunstancias que han rodeado a esta bendita imagen, circunstancias históricas como las siguientes que mencionaré a continuación.

Después del terremoto de 1972, que dañó severamente el templo del Santísimo Redentor, y que en agosto de 1974 fue demolido, todas las imágenes fueron retiradas y guardadas, a la espera de un nuevo templo, entre ellas la de la Suspensión, recorrieron varios sitios: casa de los Padres Redentoristas, oficina de la parroquia, templo prefabricado, sacristía, el templo construido en 1993, y remodelado en 2006, hasta que por fin, las imágenes de aquel bellísimo templo del Santísimo Redentor hasta diciembre de 1972 han vuelto a ocupar un lugar digno y elegante, aunque no todas, porque algunas imágenes que los Padres Redentoristas confiaron guardar a algunas personas, no regresaron, tal es el caso de la antigua imagen de la Concepción de María, que podés contemplar en mi libro Crónica breve de la abundante redención en Nicaragua, página 85.


La imagen del santo Cristo de la Suspensión, después de un recorrido sin igual, ahora está expuesta en la capilla de la parroquia de El Redentor, pero sin culto. Es a eso que me refiero, cuando digo, que esa bellísima imagen, es una imagen sin culto.

sábado, 20 de octubre de 2018

Santo Cristo de Esquipulas de Tipitapa (Colección Santos Cristos)



El 27 de septiembre del 2008, aniversario del natalicio de san Alfonso María de Ligorio, fundador de mi Congregación, en la catedral metropolitana de Managua, presenté mi tercer libro Santos Cristos de Managua, dedicado a nuestro cardenal arzobispo de Managua, Leopoldo José Brenes Solórzano.

En mi libro, hago breves reflexiones de carácter histórico-religioso, de las veneradas imágenes que se encuentran en cinco parroquias de nuestra capital: “Sangre de Cristo” (Santa Iglesia Catedral), “El Señor de los Milagros” (Parroquia del mismo nombre), “Santo Cristo del Rosario” (Parroquia que lleva su mismo nombre), “Sangre de Cristo” (Parroquia El Calvario) y “Jesús de La Suspensión” (Parroquia del Santísimo Redentor, regentada por los misioneros redentoristas). En el apéndice del mismo, presento en seis páginas y media con tres fotografías, a la más antigua de Cristo Crucificado de Centroamérica: El Cristo Negro, Nuestro Señor de Esquipulas, Guatemala, obra magnífica del escultor Quirio Cataño, de origen portugués.  El 6 de febrero de 1996, san Juan Pablo II, visitó la célebre ciudad de Esquipulas para conmemorar los 400 años de haber sido esculpida la imagen del Señor de Esquipulas en tierras centroamericanas.

En nuestra amada Nicaragua, tienen su altar varias imágenes de cristos crucificado, los hay cristos blancos y cristos negros.  De estos, los más venerados y de gran valor religioso, cultural e histórico son: el “Cristo de Pedrarias” (León); “Cristo Negro o El Señor de los Milagros” (El Sauce); “Cristo Negro de Esquipulas de La Conquista” (Carazo); “El Cristo Negro de (Masatepe)  y el “Milagroso Cristo de Esquipulas” (Tipitapa).

Pero antes que todas estas advocaciones a Cristo crucificado originadas en el de Esquipulas de Guatemala, la devoción a Cristo crucificado nos viene de España, de la ´´madre patria´´ a Guatemala, y de Guatemala a Nicaragua.

Según los historiadores, la imagen más antigua y primera de Jesús Crucificado que llegó a nuestro país, es la de “Cristo de Pedrarias”, como se le ha llamado a través de los siglos.  Se dice que esta hermosa imagen, y así lo afirma el Lic. Iván de Jesús Pereira en su hermosísimo escrito “El Cristo de mi Pueblo”, fue obsequiada al Gobernador Pedro Arias Dávila (o Pedro Arias de Dávila) mejor conocido como Pedrarias, por su tío el Obispo de Segovia, Don Juan de Arias Dávila.  Esta imagen probablemente  llegó en la Gran Armada de 1514, compuesta por veintidós barcos y respaldada por S.M. el Rey Don Fernando el Católico.  Sergio Ramírez Mercado afirma que el primer Gobernador de Nicaragua la trajo consigo en 1528.  A esta imagen también se le conoce como el “Cristo del Gobernador”.  Acompañó al Gobernador Pedrarias a los lugares que este visitaba: de Nicaragua a Panamá, de Panamá a Nicaragua.  Y le acompañó en el final de sus días, porque la bendita imagen presidió el funeral del señor Gobernador.  El “Cristo de Pedrarias” se encuentra actualmente en la nave derecha (Altar de los Ángeles) de la imponente Basílica Catedral de la Asunción en la ciudad de León, Nicaragua.

Atendiendo una sugerencia a mi persona, de escribir sobre el “Milagroso Cristo de Esquipulas de Tipitapa”, escribo unas cuantas líneas sobre la historia y devoción de este Santo Cristo Negro  a quien llamo “El Señor de Tipitapa”.

Tipitapa recibió el estatus de ciudad el 10 de noviembre de 1961 mediante un Decreto de la Asamblea Nacional.  Es de origen indígena, sus raíces están en el grupo étnico de los Chorotegas.  Su nombre, según las toponimias de Nicaragua, significa “lugar de los petates de piedra”.  Según los historiadores, Tipitapa ya existía cuando llegaron los conquistadores españoles, los cuales se maravillaron del lugar.  Repasando a algunos historiadores de renombre podríamos recapitular las siguientes notas sobre el municipio de Tipitapa:

Los primeros pobladores indígenas de Managua, de la orilla del lago de Xolotlán, formaban parte de las tribus “nahuas” o “nahoas”, las cuales llegaron por diferentes “oleadas” al territorio de Centroamérica procedentes del altiplano mexicano; hace más de mil años, dicen algunos, y otros afirman que hace cuatro mil.  Una de esas “oleadas” de indígenas llamada los Chorotega, se produjo en el año 596.  Y por las crónicas de los colonizadores españoles, una de las últimas “oleadas” se produjo en el año de 1505.

A la llegada de los españoles a Managua en junio de 1524, dirigidos por Francisco Hernández de Córdoba, se encontraron con una numerosa población indígena en toda la costa frente a Managua hasta la Bocana de Tipitapa.  La Villa de Tipitapa estaba gobernada por el cacique de su nombre: el Cacique de Tipitapa.  Historiadores y estudiosos célebres de nuestra Nicaragua, como don Heliodoro Cuadra, afirman en sus escritos que la residencia del gran Cacique Tipitapa se encontraba en la margen derecha del curso del río.  Afirman que Managua le pertenecía por derecho de conquista, pero ese derecho fue irrespetado por el Cacique Xolotlán.

Tipitapa es heroica porque en su jurisdicción se encuentra la histórica “Hacienda San Jacinto”, lugar donde se libró la batalla en la memorable fecha del 14 de septiembre de 1856, entre 120 soldados comandados por el entonces Coronel José Dolores Estrada contra más de 300 filibusteros.  Pero Tipitpa es la casa de una de las imágenes de Jesús Crucificado  más antigua de Nicaragua; el Santo Cristo Negro de Esquipulas.  Esta preciosa imagen es venerada en la parroquia San José de Tipitapa, la cual se desmembró de la antigua parroquia de Candelaria de Managua.  El templo es de estilo colonial.  Las fiestas litúrgicas más importantes que se celebran son a San José, Nuestra Señora del Santo Rosario, Sagrado Corazón de Jesús; como también los tiempos litúrgicos fuertes; Adviento, Navidad, Semana Santa.  Pero la fiesta que celebra todo el pueblo fiel de Tipitapa es honor al Santo Cristo Negro su Patrono, del 6 al 30 de enero de cada año.

Haciendo un poco de historia, Tipitapa, según el testimonio escrito de varios de nuestros investigadores, se entrega en “encomienda” entre 1753 a 1755, al Comendador español don Juan Bautista Almendárez casado con doña Josefina Sierra de Alméndarez.  A don Juan Bautista se le ha considerado “fundador” de Tipitapa, afirmación que no es compartida por todos los historiadores, ya que en realidad los fundadores de dicho lugar fueron sus primeros habitantes: los Chorotegas.  Según algunos historiadores, a Tipitapa se le conoce de forma oficial cuando se realiza esa entrega en encomienda al Comendador.

La historia del Santo Cristo Negro de Esquipulas de Tipitapa, se engarza con la persona de doña Josefina Sierra de Almendárez, quien manda a hacer la bendita imagen a Guatemala.  Esta bendita imagen no era de esas imágenes peregrinas que solían recorrer en aquellos tiempos los  lugares “conquistados” por la Corona Española, ni tampoco fue un regalo  del Rey al poblado.  Por ejemplo, los poblados de Santa Lucía y Cedros en la hermana república de Honduras, fueron beneficiados con imágenes preciosas de Jesús Crucificado por parte del Rey.  El Rey Felipe II, en 1572, regaló al poblado de Santa Lucía, una preciosa imagen de Jesús Crucificado que le llaman “El Señor de las Mercedes” (tiene articulaciones móviles), y al que regaló  al poblado de Cedros, le llamaron “El Señor del Buen Fin”.

Doña Josefina mandó a tallar la imagen del Santo Cristo Negro a una escuela de arte de Guatemala.  En un lugar leí que el autor de la bendita imagen fue el célebre escultor portugués Quirio Cataño.  Este magnífico escultor, que pasó a la historia por haber tenido la misión de burilar la preciosa imagen del Santo Cristo Negro de Esquipulas en Guatemala, se desconoce el año de su muerte, pero sí sabemos el año en que entregó por medio de contrato firmado la bendita imagen del Santo Cristo a Fray Cristóbal de Morales: 9 de marzo de 1595.  Y de este mismo escultor, de su paternidad se conocen las siguientes imágenes:  Crucifijo de la Escuela de Cristo, El Cristo del Perdón y Jesús con la Cruz a Cuestas.  Quirio Cataño es muy anterior a la fecha del Santo Cristo de Esquipulas de Tipitapa, no pudo haber sido él quien esculpió esta imagen.

Sobre esta imagen podemos decir que fue tallada en fina madera; el escultor lo dotó de  “lengua y dientes”.  Llegó a Tipitapa el memorable día del 15 de enero de 1754.  La imagen arribó al Puerto de la Bocana, donde fue recibido por su dueña, doña Josefina Sierra y por el Obispo don José Antonio Flores de Rivera.  Llegada que causó mucha alegría entre los pobladores.  Desde ese memorable día, Tipitapa celebra a su Santo Patrón con piedad y devoción.

Según la reseña histórica de la parroquia San José de Tipitapa, al fallecer don Juan Bautista Almendárez, y al no dejar descendencia, en su testamento, donó todas sus propiedades al Santo Cristo Negro de Tipitapa, hasta donde actualmente es el matadero “PROINCASA”.  Se extendían las tierras hasta muy cerca de donde inicia el Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino.  Realmente el Santo Cristo de Tipitapa era el “Señor de Tipitapa”.

Pero las propiedades que pertenecían al Santo Cristo Negro de Tipitapa fueron confiscadas.  Al asumir el General José Santos Zelaya, de tendencia liberal (1,893 – 1,909), como Presidente de Nicaragua, al redactar la Constitución Política “La Libérrima” de 1893 y la Reforma de 1896, impulsó importantes cambios modernizando el Estado, desarrollando la agricultura, educación, obras públicas, ordenamiento jurídico, separó a la Iglesia del Estado, confiscando tierras eclesiales.  Se sabe que las relaciones entre el Gobierno de José Santos Zelaya y la Iglesia, no fueron muy cálidas.  Con sus reformas declaró los Derechos Individuales y la Secularización del Estado; con ello, abolió los diezmos y primicias, secularizó los cementerios, impulsó la enseñanza laica, promovió el matrimonio civil y el divorcio.  Con “La Libérrima”, se privaba a la Iglesia de una parte de sus bienes.  Bienes que la iglesia había recibido por “donaciones”, como hoy día, gene generosa, desprendida, dona a la Iglesia, algo de lo suyo.  Es así, que por medio de esas leyes, las tierras que donó don Juan Bautista Almendárez al Santo Cristo Negro de Esquipulas de Tipitapa, pasaron a manos del Estado.  Antes de estas reformas, hubo otras que afectaron a la Iglesia, durante las cuales se expropió el Convento de San Francisco de la ciudad de León (1830 – 1832), actualmente convertido en un proyecto turístico y cultural: “El Convento”, un bello lugar.

    “Le enviaron entonces unos fariseos y unos herodianos con el fin de sorprenderlo en alguna contradicción.  Llegaron y le dijeron: - Maestro, sabemos que eres sincero y que no te dejas influir por nadie, pues no miras las apariencias de las personas, sino que enseñas con verdad el camino de Dios.  ¿Estamos obligados a pagar impuesto al emperador o no?  ¿Lo pagamos o no lo pagamos?  Jesús, viendo su torcida intención, les contestó: -¿Por qué me ponen a prueba? Tráiganme la moneda del impuesto para que la vea.  Se la llevaron, y les preguntó: -¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Le contestaron: - Del emperador, Jesús les dijo: -Pues den al emperador lo que es del emperador y a Dios lo que es de Dios.  Esta respuesta los dejó asombrados” (Marcos 12,13-17).

Este pasaje evangélico habla sobre el tributo al César.  Un tema delicado, “vidrioso” en tiempos de Jesús y en nuestros tiempos también.  Palestina estaba bajo la ocupación romana, situación que dividía a los contemporáneos de Jesús.  El problema estriba en que si era moral pagar o no pagar el impuesto al emperador romano; y también si era lícito pagar o no pagar el tributo al emperador.  Los fariseos y herodianos, que eran enemigos irreconciliables entre si, se acercaron a Jesús para hacerle una pregunta “capciosa”: “¿Estamos obligados a pagar impuesto al emperador o no?  ¿Lo pagamos o no lo pagamos?”  La respuesta de Jesús, afirmativa o negativa, le podía crear serios problemas con las autoridades civiles y religiosas.  La sociedad estaba dividida en torno a esa situación.  Para un israelita, adorador del único y verdadero Dios, tocaba los hilos más finos de su conciencia pagar un impuesto para alguien que se consideraba un dios, y un dios extranjero.  Pagar el impuesto al César para un israelita era tocar el nivel de la conciencia religiosa.  Pero también entraba el problema del ámbito civil.

Jesús respondió célebremente, con autoridad, con sabiduría, ni afirmando ni negando, ni siquiera hubo en sus labios un silencio evasivo: “Pues den al emperador lo que es del emperador y a Dios lo que es de Dios”.  El Maestro de Galilea, antes, a los fariseos y herodianos, les descubrió su doblez e hipocresía.  Les pidió que le mostraran una moneda (un denario romano), en el cual estaba grabada la efigie del César, el emperador Tiberio en ese tiempo.

La respuesta de Jesús fue lapidaria, contundente.  Respuesta que ha pasado a la historia, pronunciada por creyentes y no creyentes.  Ha recibido toda clase de interpretaciones según la conveniencia…  Pero la Iglesia ha interpretado sabiamente la famosa frase de Jesús.  ¿Qué significado tiene dicha frase?  En su respuesta Jesús distingue claramente los deberes cívicos para con la autoridad civil y los deberes religiosos para con Dios.  Son deberes complementarios, no excluyentes.  Un problema serio hoy día es que estos deberes se llevan a planos “excluyentes”, uno excluye al otro.  El creyente puede participar en la vida cívica, cumpliendo con sus deberes sin olvidar sus deberes para con Dios.  Pero toda ley está sujeta a la ley de Dios.

La misión de la Iglesia en el mundo es, ante todo, predicar la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.  La Iglesia, sus pastores, el papa, los obispos, presbíteros y diáconos, religiosos y religiosas, estamos llamados a cumplir con nuestro papel de anunciar a Jesucristo y predicar su Palabra.  ¿Debe la iglesia involucrarse en política?  El concepto de política se entiende en sentido amplio y estricto.  En sentido amplio es el “arte y ciencia de gobernar, que se ocupa por el bien común”; en sentido estricto, es “militar en un partido político”.  La Iglesia en sentido amplio debe y puede colaborar en el bien común de los hombres y mujeres de buena voluntad.  Dar una palabra, un consejo, ayudar, ofrecer sus servicios como garante en conflictos nacionales e internacionales.  Velar por el bien de todos, que los derechos y valores de las personas no se vean violados ni atropellados.  La Iglesia debe estar al lado de los más necesitados, los más abandonados y marginados de la sociedad, anunciarles la Buena Nueva.  En este sentido la jerarquía eclesiástica puede y debe participar en política.  En sentido estricto, no.  El Código de Derecho Canónico es muy claro al respecto en los números 285 y 287.  Los fieles cristianos, que participan del sacerdocio común y no ministerial por el sacramento del Bautismo, pueden participar en política en sentido estricto, y desde su fe y condición de cristianos, darle a este mundo “sabor” a Cristo.

De muy buena fe don Juan Bautista Almendárez donó sus propiedades al Santo Cristo de Esquipulas de Tipitapa, es decir, a la Iglesia.  Propiedades de las que fue despojada la bendita imagen.  Jesús lo que desea de nosotros es nuestro corazón, nuestra vida  para hacernos hombres y mujeres nuevos, que eso nada ni nadie se lo quitará.  Porque “nada de lo que le debamos a Dios se lo quitaremos al César”.  Aunque el Santo Cristo de Tipitapa no posea aquellas tierras dadas a Él como heredero por el Comendador Almendárez, Él es el dueño y Señor de los corazones de todos los hombres, mujeres, jóvenes y niños de Tipitapa que le aman  y le ofrecen día a día su corazón.  Él es y será siempre el Señor de nuestras vidas, Él es Señor de nuestra historia, es de este mundo, su reino es de paz, de amor, de justicia y de libertad.

Un sabio misionero aconsejaba que, cuando a la Iglesia se le ofrece una donación, se debe discernir bajo las luces del Espíritu Santo aceptarla  o no, para no comprometer a la misma Iglesia o a alguno de sus representantes.  La Iglesia únicamente se debe a su Señor.

La ciudad de Tipitapa tiene un tesoro inconmensurable: El Santo Cristo de Esquipulas de Tipitapa. ¡Viva por siempre el Señor de Tipitapa!






















viernes, 19 de octubre de 2018

El Cristo Negro, Nuestro Señor de Esquipulas (Colección Santos Cristos)


El reconocido escritor y novelista Sergio Ramírez Mercado, Premio Cervantes 2017, en su muy interesante y reveladora obra Tambor olvidado, con gran razón, afirma que el culto a los cristos negros en toda Centroamérica se origina en la imagen del Señor de Esquipulas en Guatemala. La ciudad de Esquipulas es considerada la “Tierra Santa de Centroamérica”, lugar de fe y amor de la centroamericanidad. Esquipulas está sobre un hermoso valle rodeado de elevadas montañas, muy cercano donde se encuentran las fronteras de las hermanas repúblicas de El Salvador, Honduras y Guatemala.
Antiguamente Esquipulas llevaba el nombre de Yzquipulas, que significa “lugar de los plátanos”; o, “paraje donde abundan las flores”, según el Dr. Jorge Luís Arriola. Pueblo conformado por indígenas que lucharon tenazmente poniendo resistencia a la conquista, hasta que en el año de 1530 los pobladores de Yzquipulas, en un acto de paz, se sometieron a la conquista, lo cual les dio un destino lleno de muchas tristezas e ingratitudes.
En la actualidad, la ciudad de Esquipulas, de porte colonial, situada en el departamento de Chiquimula, Guatemala, se ha convertido en un lugar de peregrinación de gran magnitud: van y vienen peregrinos de todos los departamentos de la república de Guatemala. Para el 15 de enero, que es el gran día del Señor de Esquipulas, la Basílica del Santo Cristo Negro es visitada por peregrinos de toda Centroamérica, México y Estados Unidos. Todos los peregrinos van a rendirle un homenaje de amor y gratitud a Nuestro Señor Jesucristo, muerto y resucitado por nuestros pecados, para nuestra salvación, epresentado tan bellamente en la sacrosanta imagen del Cristo Negro, Nuestro Señor de Esquipulas.
La ciudad de Esquipulas es, también, un gran centro de turismo internacional. Alrededor de la imponente Basílica, se han incrementado negocios de restaurantes, venta de ropa con tejidos típicos, hechos por manos esquipultecas, dulces típicos del lugar y chimultecos; es decir, que a consecuencia tan notable del comercio, la misma ciudad ha ido cambiando su aspecto estructural, el modernismo se ha abierto camino.
Todo se debe también a la moderna autopista que comunica a los esquipultecos con la ciudad capital de Guatemala y los puntos fronterizos de las hermanas repúblicas de El Salvador y Honduras.
¿Cuándo se instituyó el culto al Santo Cristo Negro de Esquipulas, de dónde llegó su imagen y quién tuvo la difícil y delicada misión de burilarla?
Se cuenta que hace más de cuatrocientos años, en un predio o solar, donde hoy día se levanta majestuosamente la Basílica en honor al Señor de Esquipulas, se encontraba un indígena en su faena de todos los días, que era la cosecha del algodón bajo un sol inclemente, cuyas doradas redes calentaban implacablemente aquel solar. El humilde indígena, al caer la tarde y al tomar por unos minutos su muy merecido descanso, sus ojos vieron en dirección hacia el oriente una aureola de luz muy potente y que en el fondo de la misma estaba iluminado de oro y plata resplandecientes, y de ahí fue apareciendo, una luminosa hostia, grande, levantada por dos sacrosantas manos, y en la santísima hostia, de grandes proporciones, aparecía de forma majestuosa la figura del Señor de Esquipulas.
Aquel indígena, asustado y confundido, sin entender nada, se arrodilló ante tan grandiosa manifestación divina, oró despacito, temblando de miedo, pero lleno de gozo, y al desaparecer tan grande visión, salió corriendo a contarle a su familia la experiencia de aquella visión celestial.
Los nativos de Esquipulas, impresionados por los hechos narrados por aquel indígena, comenzaron a buscar a un hábil escultor que cumpliera con la delicada y difícil tarea de burilar la imagen exactamente igual a la de aquella revelación dada al humilde indígena. Aquel escultor tan buscado fue el jovencito de veinte años de edad llamado Quirio Cataño, nombre para la inmortalidad.
Quirio Cataño, de origen portugués, vivía en la capital del Reino, hoy Antigua Guatemala. Su casa se ubicaba en el Barrio de los Remedios, al final de La Calle del Vía Crucis o también llamada, La Calle de los Pasos. El joven Quirio Cataño, pertenecía a las familias distinguidas de aquel entonces, y que creaban un ambiente verdaderamente señorial a la ciudad, impregnándola de refinada elegancia.
Quirio Cataño era un joven artista, considerado por la opinión pública un notable escultor. Esculpió imágenes verdaderamente bellas, como hechas en el mismo cielo, como labradas en un taller del cielo. Tales imágenes son el Crucifijo de la Escuela de Cristo, El Cristo del Perdón y Jesús con la Cruz a Cuestas.
La fama del escultor Quirio Cataño sonaba en grandes y sonoros ecos por todas partes, fama que llegó a escuchar Fray Cristóbal de Morales, y le condujo hasta la presencia del famoso escultor. Ante los acontecimientos narrados en Esquipulas, Fray Cristóbal, le encarga a Quirio Cataño la hechura del Cristo Crucificado, para ser venerado en el pueblo de Esquipulas.
Existe un documento muy importante, que es el contrato entre Fray Cristóbal y el escultor Quirio Cataño, que especifica la hechura y fecha de entrega, como también el costo total de la imagen del Cristo Negro de Esquipulas. En dicho contrato se lee lo siguiente: “Al margen consieto. En la ciudad de Guatemala en veinte y nueve días del mes de Agosto del año de mil quinientos e nobenta e cuatro años, Cristóbal de Morales Provr. de este obispado Conresto con Quirio Cataño Oficial de Escultura, que haga para el pueblo de Esquipulas un crucifijo de vara y media muy bien acabado y perfeccionado e le ha a dar acabado para el día de San Franco, primero que viene e se ha de dar por él, cien tostones (100) de cuatro realies de plata cada uno; e para en cuenta de los otros cien tostones, confesó haber recibido adelantados cincuenta tostones, los cuales recibió realmente e se obligo de lo cumplir, e para ello obligo en persona y bienes e lo firmo de en nombre del otro. Señor Pro Ciros Cristóbal de Morales.
Quirio Cataño. Atemi: Franco. Delgado. Secreto.- Recibio de los 50 tostones, e recibi diez tostones mas, para en cuenta de la hechura del crucifijo y celo entregue acabado de todo punto, y los cuarenta tostones restantes se me han de dar de hoy día de la fecha, en un mes y por verdad los firme de mi nombre, hecho en Guatemala a la nueve dias del mes de Marzo de mil quinientos, y nobenta y en cinco años.- Quirio Cataño.”
La imagen del Señor de Esquipulas quedó perfecta, “nacida en el alma y en la inspiración de un artista verdadero”, perfecta en sus rasgos,su rostro expresa bondad y misericordia. Su cuerpo bien definido es la perfección anatómica de un verdadero hombre, es “el hermoso de Galilea”, es “la Belleza”. Quirio Cataño reflejó en la bendita imagen de color oscuro, color negro, el dolor del indio, el sufrimiento al cual fue sometido, pues la imagen fue hecha a “imagen y semejanza” de los indios que iban a venerarlo con fe, amor y gratitud. El 9 de marzo de 1595, día memorable, el Ilmo. Obispo Fray Gómez Fernández de Córdoba, instituyó oficialmente el culto al Cristo Negro, Nuestro Señor de Esquipulas. Y fue Fray Pedro Pardo de Figueroa, el último obispo y primer arzobispo del Reino de Guatemala quien inició la construcción del hermoso santuario, hoy convertido en Basílica, en honor al Señor de Esquipulas.
El 4 de enero de 1759 se realizó la solemne bendición del santuario. Fueron días de fiesta, desde el 4 al 17 de enero de aquel año. Desde siempre, la ciudad de Esquipulas ha sido visitada por notables personalidades de la época, que han marcado pautas específicas en la historia, hombres y mujeres que han hecho historia. En aquel día memorable de la bendición del santuario, participó el Presidente de la Real Audiencia, Gobernador y Capitán del Reino, don Alonso de Arcos y Moreno.
Han visitado la ciudad de Esquipulas, autoridades civiles y militares de toda la república de Guatemala, hombres y mujeres que se dedican a la noble causa de la enseñanza, la medicina, obras de voluntariado a la sociedad, artistas, poetas, escritores, grandes escultores, científicos, profesionales de la comunicación. Y por supuesto, han llegado hasta Esquipulas hombres y mujeres de Iglesia: obispos, presbíteros, religiosos y religiosas, misioneros de todas las órdenes y congregaciones que visitan Guatemala.
Entre las personalidades que han visitado Esquipulas figuran las siguientes: Joao Clemente Baena Soares, ex secretario general de la OEA; el Dr. Carlyle Guerra de Macedo, quien estuvo al frente de la OPS; los mandatarios que participaron en la Cumbre Presidencial de Centroamérica en el histórico año de 1986: Oscar Arias (Costa Rica), José Napoleón Duarte (El Salvador), Vinicio Cerezo Arévalo (Guatemala), José Azcona Hoyo (Honduras) y José Daniel Ortega Saavedra (Nicaragua).
Los señores presidentes en aquella histórica cumbre redactaron el documento “Declaración de Esquipulas”, en el cual se comprometieron a trabajar para alcanzar la paz y la democracia.

A Esquipulas han llegado dos grandes cardenales centroamericanos: Miguel Obando y Bravo de Nicaragua (Q.d.D.g.) y Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga de Honduras; ambos purpurados rindieron homenaje al Señor de Esquipulas. Y el 6 de febrero de 1996, Su Santidad Juan Pablo II “El Grande”, hoy san Juan Pablo II, visitó la célebre ciudad de Esquipulas para conmemorar los 400 años de haber sido esculpida la imagen del Señor de Esquipulas. En esa ocasión, designó al Santuario del Cristo Negro, que es atendida desde hace varios años por los Monjes Benedictinos, como Basílica. Que el Cristo Negro, Nuestro Señor de Esquipulas, proteja siempre a todos los pueblos de Centroamérica.

jueves, 18 de octubre de 2018

Sobre la preciosísima imagen de la Sangre de Cristo (Colección Santos Cristos)





La preciosísima imagen de la Sangre de Cristo, fue traída de Guatemala a Managua en 1638, cuando Managua no era ni pueblo, ni ciudad, ni mucho menos ciudad capital. Managua fue elevada a la categoría de villa en 1819, a la de ciudad el 24 de julio de 1846, a la de Ciudad Capital de la República el 5 de febrero de 1852, y a la categoría de departamento, el 25 de febrero de 1875.
En tiempo de la Colonia, Managua fue zona de tránsito entre las dos hermosas ciudades de León y Granada. El obispo viajero, Mons. Agustín Morel de Santa Cruz, viajó por Nicaragua en 1751, y encontró en Managua cinco iglesias; una de ellas era la Parroquia, dedicada al Apóstol Santiago, esto lo refiere en un informe a Su Majestad el Rey, fechado un 8 de septiembre.

La imagen de la Sangre de Cristo tuvo su primer templo conocido como Veracruz, primer templo que tuvo la villa de Managua; allí ya se veneraba al “Señor de los Milagros”. Estaba situado donde se encuentra hoy día el Obelisco del “Parque Darío” detrás del teatro del mismo nombre. A esta sacratísima imagen, se le ha rendido culto en diferentes templos de Managua. Una de las razones por las cuales la venerada imagen ha tenido que ser trasladada de un templo a otro, ha sido por razones de la misma naturaleza: los terremotos en Managua.
Existen antecedentes de dos terremotos ocurridos en 1844 y 1855. Probablemente, el primero destruyó el templo de Veracruz, primer templo de la venerada imagen, después fue llevada al templo de San Miguel.

Para el terremoto de 1931, ocurrido a las 10:23 de la mañana del 31 de marzo, era Martes Santo, la preciosísima imagen de la Sangre de Cristo se encontraba en el templo San Antonio, que se destruyó con el terremoto, no sufriendo ningún daño la venerada imagen. De este templo hay una apreciación muy valiosa e histórica que consigno como un tesoro, como una herencia bien cuidada, en el recuerdo de nuestros mayores; es la descripción que hacen Guerrero y Soriano en su “Monografía” de Managua, sobre la Iglesia San Antonio:
“San Antonio. Este templo católico es sin duda el más bello de la ciudad por su arquitectura moderna ejecutada en cemento armado y con decoraciones y altares magníficos y atractivo colorido. Encierra entre sus naves, la Capilla de la Sangre de Cristo, la imagen más venerada de la ciudad, con tradiciones populares que despiertan unción cristiana´´.
El siguiente templo como casa para la imagen de la Sangre de Cristo, fue la iglesia de San Sebastián. Durante ese tiempo se construía la iglesia de San Antonio, que años más tarde fue elevada a la dignidad de Basílica Menor, que lamentablemente se derrumbó con el sismo del 23 de diciembre de 1972.

La sacratísima imagen de la Sangre de Cristo, permaneció en la iglesia de san Antonio desde finales de los años treinta, hasta el año de 1972, año del último y fatídico terremoto de Managua.
En el año de 1973, la venerada imagen de la Sangre de Cristo fue trasladada a la Parroquia Monte Tabor, a donde iban peregrinos de todas partes, peregrinos que subían desde el Siete Sur hasta el km 13 de la misma carretera, donde se encontraba el Santuario de Monte Tabor.
Allí permaneció la bendita imagen hasta el año de 1985, cuando fue llevada a la Parroquia San Pío X, y en 1993 es trasladada la imagen de la Sangre de Cristo a la nueva Catedral Metropolitana Inmaculada Concepción de María, donde tiene su propia capilla. Se puede afirmar, que la venerada imagen de la Sangre de Cristo, ha tenido como casa los siguientes templos: Veracruz, San Miguel, San Sebastián, San Antonio, Monte Tabor, Pío X y, actualmente, la Catedral de Managua.

La imagen de la preciosísima Sangre de Cristo que llegó a Nicaragua hace 370 años, es realmente preciosa; he aquí su descripción:
“Representación de Cristo en la Cruz, tallado en madera policromada, de la época del siglo XVII, de autor desconocido. Su cabeza está cubierta por una cabellera y una corona de espinas; también luce algunas veces un hermoso resplandor adornado, que es colocado encima de su corona de espinas. Color de piel morena sangrando de sus manos y pies, exactamente donde está clavado en la cruz, presenta una herida profunda debajo de la tetilla derecha con abundante sangrado concentrado en un mismo punto sin regarse mucho sobre el costado de la herida. Sangrando de la nariz y de la boca cuya sangre baja hasta la barba, además de diversas heridas en partes del cuerpo y los flagelos en la espalda. Su cintura cubierta por un manto de tela. La cruz, también es tallada en madera. Presenta talla de racimos de uva y hojas de acanto; es de forma cilíndrica”.

Es importante anotar y vale la pena dejar sentado, uno de los grandes milagros realizados por la preciosísima Imagen de la Sangre de Cristo hace muchos años; se trata del milagro realizado a favor de la Banda de los Supremos poderes:
“Es una verdad histórica que una vez que la Banda de los Supremos poderes escapó de zozobrar al regresar de un toque de otro lado de nuestro lago de Managua, sobrevino una tempestad y al verse los miembros de la Banda al borde de la muerte, unánimemente imploraron a la Sangre de Cristo que los salvara de aquella posible catástrofe. La tempestad pasó sin daño alguno, y aquel grito de auxilio iba acompañado de la promesa de asistir siempre en cuerpo a las procesiones y demás actos religiosos que se le ofrendaran a la santa Imagen. Desde entonces la Banda en cuerpo se convirtió en leal devota y asistió siempre a todas las ceremonias y procesiones de la milagrosa imagen”.

Esta imagen tan amada por los managuas, ha recibido honores tributados por todos aquellos hombres y mujeres que han recibido favores, gracias y milagros incontables, en reconocimiento a tan grandes beneficios. A la preciosísima imagen, se le han tributado cuatro grandes honores:
• Coronación por manos del inolvidable Sr. Arzobispo Mons. Antonio Lezcano y Ortega.
• Coronación por las manos del Sr. Nuncio Apostólico Mons. Paolo Giglio, en la Parroquia San Pío X.
• La visita oficial de san Juan Pablo II el día 7 de febrero de 1996.
• Misa Pontifical de Consagración de la Imagen de la Sangre de Cristo, acto realizado el día 23 de febrero del 2008.
Este rito de consagración se realizó dentro de una solemne eucaristía de la siguiente manera: Después de la proclamación del santo evangelio, el vicario parroquial de la insigne Catedral Metropolitana de Managua, Inmaculada Concepción de María, Pbro. Bismarck Conde, hizo la presentación y petición de consagración de la venerada imagen a su S.E.R. cardenal Leopoldo José Brenes, arzobispo metropolitano de Managua.
Seguidamente, el Sr. Cardenal dirigió su homilía a todos los fieles. Luego, pronunció la oración de consagración sobre la sacratísima imagen, comunicando así el Espíritu Santo “una gracia especial, dedicándola y ofreciéndola a Dios para el culto divino, perpetuándola y elevando el carácter de su dignidad”. Acto seguido, el cardenal Leopoldo ungió la bendita imagen con el santo crisma, consagrado cada año en la Misa Crismal. Se hizo de la siguiente forma: primeramente en el costado abierto, seguidamente el brazo derecho, después en el brazo izquierdo, y finalmente en los pies. Al terminar el rito, se entonó el canto oficial de la Sangre de Cristo acompañado de pólvora y repiques de campanas.

“Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua”. (Jn 19, 33-34)

Sangre y agua, dos palabras, ambas palabras con tremendos significados. De su cuerpo brota “sangre y agua”, este signo es alusión preclara a los dones del mismo Cristo glorificado a su comunidad: Bautismo y la Eucaristía. San Pablo en su carta a los Romanos, afirma que por el bautismo fuimos sepultados con Cristo en la muerte para resucitar a una vida nueva con Él. Bautismo es una palabra griega que significa “inmersión en el agua”, y por el bautismo el cristiano participa en el misterio pascual de Jesucristo; es decir, en su muerte y resurrección. Todo bautizado en Cristo adquiere un compromiso, porque es un don, una predilección de Dios, es una llamada ardiente a la fe. Dios en el bautismo, nos ofrece su amor y gracia salvadora de su hijo muy amado Jesucristo.

En nosotros ha de haber una respuesta a ese amor y a ese gran don de Dios; es por eso que, en la medida que vamos creciendo, es importante asumir conscientes y gozosamente nuestra condición de bautizados, porque al recibir al Espíritu Santo recibimos carismas y dones de carácter personal y comunitario.

De carácter personal recibimos: La incorporación a Jesucristo en su gran misterio pascual, Dios nos hace hijos suyos, hijos en el Hijo y miembros y herederos de los bienes eternos; somos recreados por el Espíritu Santo, somos constituidos templo y morada de Dios y somos enviados a la misión y el testimonio de vida. De carácter comunitario y eclesial: somos incorporados al nuevo Pueblo de Dios, participamos en la misión de Cristo en la Iglesia y por la Iglesia de Jesucristo, somos configurados con Cristo como sacerdote, profeta y rey. A partir del bautismo nuestra vida personal y comunitaria está marcada por la acción del Espíritu Santo en múltiples formas.

El otro don que brota del costado de Cristo es la Eucaristía. El sacramento de la Eucaristía es la promesa de Jesús de darnos su cuerpo en alimento y su sangre bebida; así lo anunció solemnemente en la sinagoga de Cafarnaúm. La Eucaristía o santa misa es el memorial de la Cena del Señor, es la nueva pascua que expresa la nueva alianza.
Jesucristo es el Cordero de Dios que en esa nueva alianza quita el pecado del mundo, por su preciosa sangre en la cruz y por su resurrección gloriosa. San Pablo también habla elocuente y densamente sobre la eucaristía, al igual que como lo hace con el bautismo.
Pablo anima a la comunidad de Corinto llamándolos a la corrección, los corrige para urgir una celebración digna de la Cena del Señor; la corrección del Apóstol de los gentiles se basa en su fe tan grande en la presencia real de Jesucristo en la eucaristía, porque la eucaristía es presencia viva de Jesús entre los hombres.

La eucaristía es la última prueba del amor de Dios a los hombres. Jesucristo instituyó la Eucaristía para perpetuar por los siglos, hasta su regreso, el sacrificio de la cruz, y alimentar nuestras almas para la vida eterna.
Desde niño me enseñaron que al participar de la eucaristía lo hacemos por cuatro fines: para adorar a Dios dignamente, para pedir perdón por los pecados nuestros y de todos los cristianos vivos y difuntos, para dar gracias a Dios por todo, y para pedir nuevos favores del alma y del cuerpo.

En la Iglesia Católica, celebramos dos grandes solemnidades que nos invitan a reflexionar y a valorar el misterio eucarístico: el Jueves Santo que es el comienzo del triduo pascual, y “Corpus Christi”, Cuerpo y Sangre de Cristo. El Jueves Santo, celebramos la institución de la eucaristía por Jesús en la Cena de despedida, la víspera de su Pasión.
En el Jueves Santo se vive el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. En la fiesta del “Corpus Christi”, celebramos la prolongación de la Eucaristía a través de los siglos, de la presencia real de Jesús Sacramentado entre nosotros. En el Jueves de Corpus, la eucaristía se presenta en relación con dos aspectos: la presencia real de Cristo bajo apariencia de pan a través de los siglos, y en relación con la comunidad, nueva alianza por la sangre de Cristo. Pero también, la fiesta del “Corpus Christi” nos invita a una profesión pública de fe por parte de la Iglesia, de cada diócesis, de cada parroquia, como lo expresa la procesión que sigue a la Misa.
Del costado de Cristo nos ha brotado por amor, sangre y agua, es decir: Bautismo y Eucaristía para salvarnos. Al acercarnos a la preciosísima imagen de la “Sangre de Cristo” eso contemplaremos: Bautismo y Eucaristía para salvarnos; por eso al estar ante esa bendiga imagen, no pueden salir de nuestros labios, y desde nuestro corazón más que agradecimiento, y decir con la mente, con el corazón, y con todo el ser: ¡Sangre de Cristo! ¡Sálvanos!