sábado, 20 de octubre de 2018

Santo Cristo de Esquipulas de Tipitapa (Colección Santos Cristos)



El 27 de septiembre del 2008, aniversario del natalicio de san Alfonso María de Ligorio, fundador de mi Congregación, en la catedral metropolitana de Managua, presenté mi tercer libro Santos Cristos de Managua, dedicado a nuestro cardenal arzobispo de Managua, Leopoldo José Brenes Solórzano.

En mi libro, hago breves reflexiones de carácter histórico-religioso, de las veneradas imágenes que se encuentran en cinco parroquias de nuestra capital: “Sangre de Cristo” (Santa Iglesia Catedral), “El Señor de los Milagros” (Parroquia del mismo nombre), “Santo Cristo del Rosario” (Parroquia que lleva su mismo nombre), “Sangre de Cristo” (Parroquia El Calvario) y “Jesús de La Suspensión” (Parroquia del Santísimo Redentor, regentada por los misioneros redentoristas). En el apéndice del mismo, presento en seis páginas y media con tres fotografías, a la más antigua de Cristo Crucificado de Centroamérica: El Cristo Negro, Nuestro Señor de Esquipulas, Guatemala, obra magnífica del escultor Quirio Cataño, de origen portugués.  El 6 de febrero de 1996, san Juan Pablo II, visitó la célebre ciudad de Esquipulas para conmemorar los 400 años de haber sido esculpida la imagen del Señor de Esquipulas en tierras centroamericanas.

En nuestra amada Nicaragua, tienen su altar varias imágenes de cristos crucificado, los hay cristos blancos y cristos negros.  De estos, los más venerados y de gran valor religioso, cultural e histórico son: el “Cristo de Pedrarias” (León); “Cristo Negro o El Señor de los Milagros” (El Sauce); “Cristo Negro de Esquipulas de La Conquista” (Carazo); “El Cristo Negro de (Masatepe)  y el “Milagroso Cristo de Esquipulas” (Tipitapa).

Pero antes que todas estas advocaciones a Cristo crucificado originadas en el de Esquipulas de Guatemala, la devoción a Cristo crucificado nos viene de España, de la ´´madre patria´´ a Guatemala, y de Guatemala a Nicaragua.

Según los historiadores, la imagen más antigua y primera de Jesús Crucificado que llegó a nuestro país, es la de “Cristo de Pedrarias”, como se le ha llamado a través de los siglos.  Se dice que esta hermosa imagen, y así lo afirma el Lic. Iván de Jesús Pereira en su hermosísimo escrito “El Cristo de mi Pueblo”, fue obsequiada al Gobernador Pedro Arias Dávila (o Pedro Arias de Dávila) mejor conocido como Pedrarias, por su tío el Obispo de Segovia, Don Juan de Arias Dávila.  Esta imagen probablemente  llegó en la Gran Armada de 1514, compuesta por veintidós barcos y respaldada por S.M. el Rey Don Fernando el Católico.  Sergio Ramírez Mercado afirma que el primer Gobernador de Nicaragua la trajo consigo en 1528.  A esta imagen también se le conoce como el “Cristo del Gobernador”.  Acompañó al Gobernador Pedrarias a los lugares que este visitaba: de Nicaragua a Panamá, de Panamá a Nicaragua.  Y le acompañó en el final de sus días, porque la bendita imagen presidió el funeral del señor Gobernador.  El “Cristo de Pedrarias” se encuentra actualmente en la nave derecha (Altar de los Ángeles) de la imponente Basílica Catedral de la Asunción en la ciudad de León, Nicaragua.

Atendiendo una sugerencia a mi persona, de escribir sobre el “Milagroso Cristo de Esquipulas de Tipitapa”, escribo unas cuantas líneas sobre la historia y devoción de este Santo Cristo Negro  a quien llamo “El Señor de Tipitapa”.

Tipitapa recibió el estatus de ciudad el 10 de noviembre de 1961 mediante un Decreto de la Asamblea Nacional.  Es de origen indígena, sus raíces están en el grupo étnico de los Chorotegas.  Su nombre, según las toponimias de Nicaragua, significa “lugar de los petates de piedra”.  Según los historiadores, Tipitapa ya existía cuando llegaron los conquistadores españoles, los cuales se maravillaron del lugar.  Repasando a algunos historiadores de renombre podríamos recapitular las siguientes notas sobre el municipio de Tipitapa:

Los primeros pobladores indígenas de Managua, de la orilla del lago de Xolotlán, formaban parte de las tribus “nahuas” o “nahoas”, las cuales llegaron por diferentes “oleadas” al territorio de Centroamérica procedentes del altiplano mexicano; hace más de mil años, dicen algunos, y otros afirman que hace cuatro mil.  Una de esas “oleadas” de indígenas llamada los Chorotega, se produjo en el año 596.  Y por las crónicas de los colonizadores españoles, una de las últimas “oleadas” se produjo en el año de 1505.

A la llegada de los españoles a Managua en junio de 1524, dirigidos por Francisco Hernández de Córdoba, se encontraron con una numerosa población indígena en toda la costa frente a Managua hasta la Bocana de Tipitapa.  La Villa de Tipitapa estaba gobernada por el cacique de su nombre: el Cacique de Tipitapa.  Historiadores y estudiosos célebres de nuestra Nicaragua, como don Heliodoro Cuadra, afirman en sus escritos que la residencia del gran Cacique Tipitapa se encontraba en la margen derecha del curso del río.  Afirman que Managua le pertenecía por derecho de conquista, pero ese derecho fue irrespetado por el Cacique Xolotlán.

Tipitapa es heroica porque en su jurisdicción se encuentra la histórica “Hacienda San Jacinto”, lugar donde se libró la batalla en la memorable fecha del 14 de septiembre de 1856, entre 120 soldados comandados por el entonces Coronel José Dolores Estrada contra más de 300 filibusteros.  Pero Tipitpa es la casa de una de las imágenes de Jesús Crucificado  más antigua de Nicaragua; el Santo Cristo Negro de Esquipulas.  Esta preciosa imagen es venerada en la parroquia San José de Tipitapa, la cual se desmembró de la antigua parroquia de Candelaria de Managua.  El templo es de estilo colonial.  Las fiestas litúrgicas más importantes que se celebran son a San José, Nuestra Señora del Santo Rosario, Sagrado Corazón de Jesús; como también los tiempos litúrgicos fuertes; Adviento, Navidad, Semana Santa.  Pero la fiesta que celebra todo el pueblo fiel de Tipitapa es honor al Santo Cristo Negro su Patrono, del 6 al 30 de enero de cada año.

Haciendo un poco de historia, Tipitapa, según el testimonio escrito de varios de nuestros investigadores, se entrega en “encomienda” entre 1753 a 1755, al Comendador español don Juan Bautista Almendárez casado con doña Josefina Sierra de Alméndarez.  A don Juan Bautista se le ha considerado “fundador” de Tipitapa, afirmación que no es compartida por todos los historiadores, ya que en realidad los fundadores de dicho lugar fueron sus primeros habitantes: los Chorotegas.  Según algunos historiadores, a Tipitapa se le conoce de forma oficial cuando se realiza esa entrega en encomienda al Comendador.

La historia del Santo Cristo Negro de Esquipulas de Tipitapa, se engarza con la persona de doña Josefina Sierra de Almendárez, quien manda a hacer la bendita imagen a Guatemala.  Esta bendita imagen no era de esas imágenes peregrinas que solían recorrer en aquellos tiempos los  lugares “conquistados” por la Corona Española, ni tampoco fue un regalo  del Rey al poblado.  Por ejemplo, los poblados de Santa Lucía y Cedros en la hermana república de Honduras, fueron beneficiados con imágenes preciosas de Jesús Crucificado por parte del Rey.  El Rey Felipe II, en 1572, regaló al poblado de Santa Lucía, una preciosa imagen de Jesús Crucificado que le llaman “El Señor de las Mercedes” (tiene articulaciones móviles), y al que regaló  al poblado de Cedros, le llamaron “El Señor del Buen Fin”.

Doña Josefina mandó a tallar la imagen del Santo Cristo Negro a una escuela de arte de Guatemala.  En un lugar leí que el autor de la bendita imagen fue el célebre escultor portugués Quirio Cataño.  Este magnífico escultor, que pasó a la historia por haber tenido la misión de burilar la preciosa imagen del Santo Cristo Negro de Esquipulas en Guatemala, se desconoce el año de su muerte, pero sí sabemos el año en que entregó por medio de contrato firmado la bendita imagen del Santo Cristo a Fray Cristóbal de Morales: 9 de marzo de 1595.  Y de este mismo escultor, de su paternidad se conocen las siguientes imágenes:  Crucifijo de la Escuela de Cristo, El Cristo del Perdón y Jesús con la Cruz a Cuestas.  Quirio Cataño es muy anterior a la fecha del Santo Cristo de Esquipulas de Tipitapa, no pudo haber sido él quien esculpió esta imagen.

Sobre esta imagen podemos decir que fue tallada en fina madera; el escultor lo dotó de  “lengua y dientes”.  Llegó a Tipitapa el memorable día del 15 de enero de 1754.  La imagen arribó al Puerto de la Bocana, donde fue recibido por su dueña, doña Josefina Sierra y por el Obispo don José Antonio Flores de Rivera.  Llegada que causó mucha alegría entre los pobladores.  Desde ese memorable día, Tipitapa celebra a su Santo Patrón con piedad y devoción.

Según la reseña histórica de la parroquia San José de Tipitapa, al fallecer don Juan Bautista Almendárez, y al no dejar descendencia, en su testamento, donó todas sus propiedades al Santo Cristo Negro de Tipitapa, hasta donde actualmente es el matadero “PROINCASA”.  Se extendían las tierras hasta muy cerca de donde inicia el Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino.  Realmente el Santo Cristo de Tipitapa era el “Señor de Tipitapa”.

Pero las propiedades que pertenecían al Santo Cristo Negro de Tipitapa fueron confiscadas.  Al asumir el General José Santos Zelaya, de tendencia liberal (1,893 – 1,909), como Presidente de Nicaragua, al redactar la Constitución Política “La Libérrima” de 1893 y la Reforma de 1896, impulsó importantes cambios modernizando el Estado, desarrollando la agricultura, educación, obras públicas, ordenamiento jurídico, separó a la Iglesia del Estado, confiscando tierras eclesiales.  Se sabe que las relaciones entre el Gobierno de José Santos Zelaya y la Iglesia, no fueron muy cálidas.  Con sus reformas declaró los Derechos Individuales y la Secularización del Estado; con ello, abolió los diezmos y primicias, secularizó los cementerios, impulsó la enseñanza laica, promovió el matrimonio civil y el divorcio.  Con “La Libérrima”, se privaba a la Iglesia de una parte de sus bienes.  Bienes que la iglesia había recibido por “donaciones”, como hoy día, gene generosa, desprendida, dona a la Iglesia, algo de lo suyo.  Es así, que por medio de esas leyes, las tierras que donó don Juan Bautista Almendárez al Santo Cristo Negro de Esquipulas de Tipitapa, pasaron a manos del Estado.  Antes de estas reformas, hubo otras que afectaron a la Iglesia, durante las cuales se expropió el Convento de San Francisco de la ciudad de León (1830 – 1832), actualmente convertido en un proyecto turístico y cultural: “El Convento”, un bello lugar.

    “Le enviaron entonces unos fariseos y unos herodianos con el fin de sorprenderlo en alguna contradicción.  Llegaron y le dijeron: - Maestro, sabemos que eres sincero y que no te dejas influir por nadie, pues no miras las apariencias de las personas, sino que enseñas con verdad el camino de Dios.  ¿Estamos obligados a pagar impuesto al emperador o no?  ¿Lo pagamos o no lo pagamos?  Jesús, viendo su torcida intención, les contestó: -¿Por qué me ponen a prueba? Tráiganme la moneda del impuesto para que la vea.  Se la llevaron, y les preguntó: -¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Le contestaron: - Del emperador, Jesús les dijo: -Pues den al emperador lo que es del emperador y a Dios lo que es de Dios.  Esta respuesta los dejó asombrados” (Marcos 12,13-17).

Este pasaje evangélico habla sobre el tributo al César.  Un tema delicado, “vidrioso” en tiempos de Jesús y en nuestros tiempos también.  Palestina estaba bajo la ocupación romana, situación que dividía a los contemporáneos de Jesús.  El problema estriba en que si era moral pagar o no pagar el impuesto al emperador romano; y también si era lícito pagar o no pagar el tributo al emperador.  Los fariseos y herodianos, que eran enemigos irreconciliables entre si, se acercaron a Jesús para hacerle una pregunta “capciosa”: “¿Estamos obligados a pagar impuesto al emperador o no?  ¿Lo pagamos o no lo pagamos?”  La respuesta de Jesús, afirmativa o negativa, le podía crear serios problemas con las autoridades civiles y religiosas.  La sociedad estaba dividida en torno a esa situación.  Para un israelita, adorador del único y verdadero Dios, tocaba los hilos más finos de su conciencia pagar un impuesto para alguien que se consideraba un dios, y un dios extranjero.  Pagar el impuesto al César para un israelita era tocar el nivel de la conciencia religiosa.  Pero también entraba el problema del ámbito civil.

Jesús respondió célebremente, con autoridad, con sabiduría, ni afirmando ni negando, ni siquiera hubo en sus labios un silencio evasivo: “Pues den al emperador lo que es del emperador y a Dios lo que es de Dios”.  El Maestro de Galilea, antes, a los fariseos y herodianos, les descubrió su doblez e hipocresía.  Les pidió que le mostraran una moneda (un denario romano), en el cual estaba grabada la efigie del César, el emperador Tiberio en ese tiempo.

La respuesta de Jesús fue lapidaria, contundente.  Respuesta que ha pasado a la historia, pronunciada por creyentes y no creyentes.  Ha recibido toda clase de interpretaciones según la conveniencia…  Pero la Iglesia ha interpretado sabiamente la famosa frase de Jesús.  ¿Qué significado tiene dicha frase?  En su respuesta Jesús distingue claramente los deberes cívicos para con la autoridad civil y los deberes religiosos para con Dios.  Son deberes complementarios, no excluyentes.  Un problema serio hoy día es que estos deberes se llevan a planos “excluyentes”, uno excluye al otro.  El creyente puede participar en la vida cívica, cumpliendo con sus deberes sin olvidar sus deberes para con Dios.  Pero toda ley está sujeta a la ley de Dios.

La misión de la Iglesia en el mundo es, ante todo, predicar la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.  La Iglesia, sus pastores, el papa, los obispos, presbíteros y diáconos, religiosos y religiosas, estamos llamados a cumplir con nuestro papel de anunciar a Jesucristo y predicar su Palabra.  ¿Debe la iglesia involucrarse en política?  El concepto de política se entiende en sentido amplio y estricto.  En sentido amplio es el “arte y ciencia de gobernar, que se ocupa por el bien común”; en sentido estricto, es “militar en un partido político”.  La Iglesia en sentido amplio debe y puede colaborar en el bien común de los hombres y mujeres de buena voluntad.  Dar una palabra, un consejo, ayudar, ofrecer sus servicios como garante en conflictos nacionales e internacionales.  Velar por el bien de todos, que los derechos y valores de las personas no se vean violados ni atropellados.  La Iglesia debe estar al lado de los más necesitados, los más abandonados y marginados de la sociedad, anunciarles la Buena Nueva.  En este sentido la jerarquía eclesiástica puede y debe participar en política.  En sentido estricto, no.  El Código de Derecho Canónico es muy claro al respecto en los números 285 y 287.  Los fieles cristianos, que participan del sacerdocio común y no ministerial por el sacramento del Bautismo, pueden participar en política en sentido estricto, y desde su fe y condición de cristianos, darle a este mundo “sabor” a Cristo.

De muy buena fe don Juan Bautista Almendárez donó sus propiedades al Santo Cristo de Esquipulas de Tipitapa, es decir, a la Iglesia.  Propiedades de las que fue despojada la bendita imagen.  Jesús lo que desea de nosotros es nuestro corazón, nuestra vida  para hacernos hombres y mujeres nuevos, que eso nada ni nadie se lo quitará.  Porque “nada de lo que le debamos a Dios se lo quitaremos al César”.  Aunque el Santo Cristo de Tipitapa no posea aquellas tierras dadas a Él como heredero por el Comendador Almendárez, Él es el dueño y Señor de los corazones de todos los hombres, mujeres, jóvenes y niños de Tipitapa que le aman  y le ofrecen día a día su corazón.  Él es y será siempre el Señor de nuestras vidas, Él es Señor de nuestra historia, es de este mundo, su reino es de paz, de amor, de justicia y de libertad.

Un sabio misionero aconsejaba que, cuando a la Iglesia se le ofrece una donación, se debe discernir bajo las luces del Espíritu Santo aceptarla  o no, para no comprometer a la misma Iglesia o a alguno de sus representantes.  La Iglesia únicamente se debe a su Señor.

La ciudad de Tipitapa tiene un tesoro inconmensurable: El Santo Cristo de Esquipulas de Tipitapa. ¡Viva por siempre el Señor de Tipitapa!






















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