VANIDAD DE
VANIDADES… (Colección Temas varios)
Mataiotes
mataioteton, ta panta mataiotes
Esta frase la encontramos en el libro
del Eclesiastés, capítulo uno, versículo dos: ´´¡Vanidad de vanidades! - dice Cohélet -, ¡vanidad de vanidades, todo
vanidad!´´. Leer la Biblia es una experiencia que todo fiel cristiano debe
experimentar al menos una vez en su vida. La Biblia es una bellísima biblioteca
compuesta por 73 libros. Al abrir el Antiguo Testamento encontramos el libro
del Eclesiastés (Qohélet en hebreo, ´´el
hombre de la asamblea´´), que puede ser el nombre propio del libro o ´´el
Eclesiastés´´, ´´el predicador’’. Este libro es postexílico. Quien escribe
inicia llamándose a sí
mismo el ´´hijo de David y rey´´. Por mucho tiempo se le ha atribuido la
autoría al gran rey Salomón. Los especialistas de la Palabra de Dios afirman
que el autor es anónimo, judío y oriundo de Jerusalén, siglo III. El autor va
hilvanando las ideas sobre la vanidad de las cosas humanas. El especialista en
Biblia, el redentorista Tirso Cepedal, en su muy estimado libro Curso de
Biblia-Claves para leer el Libro Sagrado, dice lo siguiente en torno al autor: ´´El autor es un creyente en Dios, cuyos
mandamientos hay que guardar, y ante el que habrá que rendir cuentas´´. Si
el tema del Qohélet es la vanidad, ¿qué es la vanidad?
Vanidad, según el Diccionario de la
lengua española, significa: ´´Cualidad de
vano. Arrogancia, presunción, envanecimiento. Caducidad de las cosas de este
mundo. Palabra inútil o vana e insustancial. Vana representación, ilusión o
ficción de la fantasía´´. ¿Es a esta vanidad a la que se refiere el hagiógrafo
del Qohélet? El término hebreo traducido ´vanidad´ significa literalmente:
aliento, vapor, humo, respiración, aire, nada. En una palabra: insustancial. Y
la frase ´´vanidad de vanidades´´ expresa el máximo vacío. El autor del libro
sagrado llega a una conclusión: el conjunto de los afanes del hombre y la mujer
será vanidad si no tienen presente a Dios en sus vidas. Ese deseo infinito del hombre y la mujer de
buscar la felicidad sin contar con Dios, de encontrarle sentido a la vida en
las cosas humanas y temporales, terminará en el sinsentido de la existencia. La
expresión ´´todas las cosas debajo del sol´´ significa las cosas humanas,
terrenales y temporales, se refiere al mundo mortal. Esta expresión se repite
en toda la obra del Qohélet. Algunos especialistas de la Biblia traducen el
vocablo ´vanidad´ como lo ´absurdo´.
El libro del Eclesiastés pertenece a la
literatura didáctica o sapiencial de la Biblia. Junto a los Proverbios, Job,
Eclesiástico, Sabiduría, desarrollan el tema de la Sabiduría, con (s) mayúscula,
que se obtiene viviendo de cara a Dios. Solo así se puede adquirir.
Ciertamente, los libros sapienciales de la Biblia tuvieron influencia de
pueblos de Mesopotamia, Arabia y Egipto, nos dice el padre Cepedal. Este libro
ha sido catalogado muchas veces de ser escéptico o pesimista. Inclusive,
algunos afirman que es el libro más extraño de la Biblia. Pero para quienes lo
han estudiado y entendido bien, es un libro sagrado, cuyo autor presenta una
serie de preguntas en la búsqueda infinita del propósito de la vida. En él
leemos: ´´Todo tiene su momento, y cada
cosa su tiempo bajo el cielo: su tiempo el nacer, y su tiempo el morir; su
tiempo el plantar, y su tiempo el arrancar lo plantado. Su tiempo el matar, y
su tiempo el sanar; su tiempo el destruir, y su tiempo el edificar. Su tiempo
el llorar, y su tiempo el reír; su tiempo el lamentarse, y su tiempo el danzar.
Su tiempo el lanzar piedras, y su tiempo el recogerlas; su tiempo el abrazarse,
y su tiempo el separarse´´ (Eclesiastés 3, 1-5). Sin embargo, todo será
vanidad si no se tiene presente a Dios en la vida.
Al Pacino, Keanu Reeves y una de mis
actrices favoritas, la bellísima Charlize Theron, en el año de 1997, protagonizaron
una película intitulada The Devil's
Advocate (El abogado del Diablo). Con un guion impecable, según los
críticos, la frase más memorable de la película fue esta: ´´La vanidad es, definitivamente mi pecado favorito´´. Frase
pronunciada por el ´Diablo´ (Al Pacino) al insigne abogado Kevin Lomax (Keanu Reeves).
¿Será la vanidad el pecado favorito del Diablo? La palabra griega ´diablo´
significa ´´el calumniador´´. Varios santos, maestros de espiritualidad y el
papa Francisco, recientemente, han abordado el tema de la vanidad en el
cristiano como pecado grave y favorito del Diablo. El libro la Imitación de Cristo, considerado un
clásico de la espiritualidad universal, su autor más probable, el monje agustino Tomás de Kempis (siglo
XV), escribió sobre la vanidad: ´´Vanidad
es desear larga vida y no cuidar que sea buena. Vanidad es mirar solamente a
esta presente vida y no prever lo venidero. Vanidad es amar lo que tan presto
se pasó y no buscar con solicitud el gozo perdurable. Acuérdate frecuentemente
de aquel dicho de la Escritura: No se harta la vista de ver ni el oído de oír´´.
En una de sus tan apreciadas homilías, el papa Francisco, desde el blanco
ambón de la capilla de Casa de Santa Marta, en el Vaticano, dijo lo siguiente
sobre la vanidad: ´´La vanidad es una
enfermedad espiritual muy grave. Los cristianos que viven así para aparentar,
por la vanidad, parecen pavos, se pavonean. Se dice yo soy cristiano, yo soy
familiar de aquel cura, de aquella monja, de ese obispo, mi familia es una
familia cristiana. Se jactan. Pero ¿tu vida con el Señor? ¿Cómo rezas? Tu vida
con las obras de misericordia, ¿cómo va? ¿Visitas a los enfermos? (…) Y la vanidad
es una mentirosa, es imaginativa, se engaña a sí misma, engaña a los vanidosos,
porque primero finge que es algo, pero luego con el tiempo llega a creerse lo
que en su opinión era. Se la cree, ¡pobrecito! (…) Pidamos al Señor la gracia
de no ser vanidosos, de ser verdaderos, con la verdad de la realidad y del
Evangelio´´.
Si la vanidad es el pecado favorito del Diablo,
entonces hablemos de él, aunque no sea plato de buen gusto para mí. Confieso,
amable y paciente lector, que esta es la primera vez que escribo sobre este
ser… San Pablo VI, el papa de mi niñez, en la audiencia general del miércoles
15 de noviembre de 1972, hizo referencia sobre el mal en el mundo y el origen
de este: ´´El mal no es solamente una
deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y
perversor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa. Se sale del cuadro de la
enseñanza bíblica y eclesiástica quien se niega a reconocer su existencia´´. El
Maligno en las Sagradas Escrituras recibe varios nombres: Satanás o Satán, en
hebreo: el adversario, Diablo (Mt 4, 1-11; Marcos 1,12-13 y Lc 4,1-13), ´serpiente´(Génesis 3, 1), Lucifer
(Isaías 14, 12-14), ´padre de la mentira´ (Juan 8, 44), ´serpiente antigua´ y ´el
gran dragón´ (Apocalipsis 12, 9).
El apóstol de los gentiles, el inmenso
san Pablo, llama al Maligno el ´dios de este mundo´: ´´Para los incrédulos, cuyo entendimiento cegó el dios de este mundo
para impedir que vean brillar el resplandor del Evangelio de la gloria de
Cristo, que es imagen de Dios´´ (II Corintios 4,4). Y en su carta a los
Efesios, lo llama ´príncipe de la potestad del aire´: ´´En los cuales vivisteis en otro tiempo según el proceder de este
mundo, según el Príncipe del imperio del aire, el Espíritu que actúa en los
rebeldes´´ (Efesios 2,2). Nuestro Señor Jesucristo, hizo referencia al Maligno
en tres ocasiones, llamando a su adversario ´príncipe de este mundo´: ´´Ahora es el juicio de este mundo; ahora el
Príncipe de este mundo será echado fuera´´(Juan 12, 31; 14, 30; 16, 11). Hay
que aclarar, que no solo se trata de un solo espíritu maligno, sino de muchos.
San Pablo VI lo dice así: ´´Y que se
trata no de un solo Demonio, sino de muchos, diversos pasajes evangélicos nos
lo indican (cf Lc 11, 21; Mc 5, 9); pero uno es el principal: Satanás, que
quiere decir el adversario, el enemigo; y con él muchos, todos criaturas de
Dios, pero caídas –porque fueron rebeldes– y condenadas (cf DS 800-428); todo
un mundo misterioso, revuelto por un drama desgraciadísimo, del que conocemos
muy poco´´. ¿Cuál es el significado de los títulos ´dios de este mundo´,
´príncipe de la potestad del aire´ y ´príncipe de este mundo´?
El dominio del poder de Satanás no es
más grande que el dominio del infinito amor de Dios que se ha derramado como
óleo santo sobre el mundo y su creatura el hombre. El Catecismo de la Iglesia,
en el número 395, enseña lo siguiente sobre el poder del Maligno:
*El poder de Satán no es infinito;
*Satanás no es más que una
creatura;
*poderosa por ser un
espíritu puro, pero siempre creatura;
*su poder no puede impedir
la edificación del Reino de Dios;
* actúa en el mundo por odio contra Dios y
su Reino en Jesucristo;
*y aunque su acción cause
graves daños —de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de naturaleza
física—en cada hombre y en la sociedad, esta acción es permitida por la divina
providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo;
* El
que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero ´´nosotros
sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman´´
(Rm 8,28).
La
influencia del Maligno enemigo del cristiano en este mundo es fuerte, fortísima.
Este espíritu pervertido y pervertidor, piensa que él es más fuerte que Dios: ´´Yo me rebelé contra Dios y mostré que soy
más fuerte que Él´´, le respondió el Demonio mediante un exorcismo al padre
Gabriele Amorth, quien fuera por muchos años el exorcista principal de la gran
diócesis de Roma. La influencia del ´dios de este mundo´ sobre una persona
trastoca sus dimensiones básicas: la ética, la espiritual, la cognitiva, la afectiva,
la comunicativa y la corporal. La influencia maligna trastoca, también, el razonamiento,
la capacidad intelectual, moral y afectiva de una persona. Cuando se dice que
el Maligno es ´´el príncipe de la potestad del aire´´, se quiere decir que de
alguna manera él puede gobernar a muchos ciudadanos del mundo. Él es el enemigo
sobrenatural común que tenemos los cristianos, hijos de Dios. Uno de los objetivos
de ese espíritu maligno es apartarnos del camino que Dios nos ha propuesto
mediante la santa obediencia. El Maligno, en efecto, continúa en este siglo induciendo a muchos hombres y
mujeres a vivir como si Dios no existiera. O también, hace pensar al hombre
moderno que él no existe. El papa Francisco, en octubre del 2014, aseguró que
el Diablo sí existe. Dijo: ´´A esta
generación y a muchas otras se les ha hecho creer que el diablo era un mito,
una figura, una idea, la idea del mal ¡pero el diablo existe y nosotros debemos
combatir contra él! ¡Lo dice San Pablo, no lo digo yo! ¡Lo dice la Palabra de
Dios! El diablo es mentiroso, es el padre de los mentirosos, el padre de la
mentira´´. Y en noviembre del 2016,
volvió a tocar el tema del Maligno, con una frase contundente que a muchos se
les quedó grabada en la mente y corazón: ´´Jesús
nos enseña cómo: no dialogar nunca con el diablo. Con el diablo no se dialoga.
¿Qué hizo Jesús con el diablo? Lo alejaba´´. Por sobre todo esto, sabemos
que Satán no gobierna el mundo completamente. Dios es y será siempre el soberano.
El mal nunca triunfará sobre el bien.
El ´dios de este mundo´ cautiva al
hombre y mujer con los ídolos de este mundo ¿Cuáles son los ídolos de este
mundo? Los ídolos de este mundo son el poder, el dinero, el sexo y la fama. Y
los cuatro tienen un único altar de oro: la vanidad. El Maligno enemigo domina
al hombre y mujer con sus ídolos de la vanidad, cual rayos refulgentes, a
través del poder, dinero, sexo y fama.
La vanidad del ídolo del poder. Según
el Diccionario de la lengua española, el vocablo poder, significa: ´´Tener expedita la facultad o potencia de
hacer algo´´. Al principio de los siglos XIX y XX, desde el Parlamento del
Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, dos notables políticos, en sus
respectivos discursos, pronunciaron la siguiente célebre frase: ´´Un gran poder conlleva una gran
responsabilidad´´. Esta frase también es muy repetida en la Corte Suprema
de los Estados Unidos. Dicha frase se popularizó en la película de Spider-Man (Hombre Araña), en boca del
tío Ben, aconsejando a su sobrino, Peter
Parker, el Hombre Araña. Pero el poder en los ´poderosos´ de este mundo, ¿qué
significa? Entre otras cosas, abuso de poder. Algunos se han ´eternizado´ en el
poder. Se han creído los mesías salvadores del pueblo. En Latinoamérica, las
dictaduras militares, sean de derecha o de izquierda, fueron siempre
insidiosas. En una dictadura militar, las instituciones ejecutivas,
legislativas y judiciales son dominadas por unas fuerzas armadas. Así estaban
varios países de nuestra América Latina a mediados y finales del siglo XX. Y
hoy, tristemente, en pleno siglo XXI, las dictaduras insidiosas ´reinantes´ son
las de Cuba, Venezuela y Nicaragua, mi país amado.
La vanidad del ídolo del dinero. Este
ídolo, lamentablemente, ha penetrado como un veneno mortal en la estratificación
social. Ha golpeado fuertemente las puertas de la Iglesia católica, a punto de
derribarlas. El papa Francisco, el 1 de abril del 2017, en la audiencia que
sostuvo con la Comunidad del Pontificio Colegio Español San José de Roma, dijo
a los sacerdotes lo siguiente: ´´El
diablo siempre entra por el bolsillo (…) Jesús nos recuerda que allí donde está
nuestro tesoro está nuestro corazón, y que es en nuestras pequeñas cosas,
seguridades y afectos, donde nos jugamos el ser capaces de decir que sí al
Señor o darle la espalda como el joven rico´´.
En una diócesis, había una parroquia,
cuya comunidad de fieles era de muchos posibles, materialmente hablando. No
eran millonarios, pero su statu quo les
permitía vivir de manera holgada y ayudar a su parroquia en todo lo que se
requería. Tenían muy presente e incrustado en sus corazones el V Mandamiento de
la Iglesia: ´´Ayudar a la Iglesia en sus
necesidades´´. Y también, lo que dice el Código de Derecho Canónico,
parágrafo 1: ´´Los fieles tienen el deber
de ayudar a la Iglesia en sus necesidades, de modo que disponga de lo necesario
para el culto divino, las obras de apostolado y de caridad y el conveniente
sustento de los ministros´´. Las aportaciones de esa parroquia eran muy
generosas en diezmos, colectas, actividades para recaudar fondos como kermesse,
ferias, venta de comida, tómbolas, rifas, etc. El párroco a su vez, era muy
´generoso´ en las aportaciones que le correspondía dar mes a mes, año a año a
la Curia. Por los corridos de aquella jurisdicción espiritual del obispo, se
decía que dicha parroquia era la ´tía rica´ de la diócesis. Llegó el momento
del traspaso de funciones pastorales, nuevo obispo y con él nuevos
nombramientos, y por ende, cambios. Fue así que le llegó al párroco el día que
nunca le llegaba, y que él retenía como un pararrayos: el de trasladarse a otra
parroquia. Pues había estado al frente de la ´tía rica´ cinco lustros. Aquel
sacerdote, lleno de vanidad llegó a creer que él era quien sostenía la diócesis
entera, y que con el dinero que ´trabajaba´, había sostenido grandes proyectos
en aquella porción de la Iglesia. Ciertamente, aquel sacerdote era muy bueno
para multiplicar el parné, pero la vanidad lo había cegado tanto, que llegó a
pensar que era indispensable en aquella parroquia y diócesis. A esa parroquia
llegó un nuevo párroco, con ideas muy buenas para reorganizar las realidades pastorales
existentes. En los primeros tres meses,
la colecta bajó, lo que es normal, puesto que son fluctuantes, y por el cambio
de párroco, la feligresía estaba a la expectativa. Situación normal cuando hay
cambios en cualquier parroquia de todas las diócesis de la Iglesia universal. Por
ese ´bajón ´ de colectas, fue llamado a las oficinas de la Curia para dar
explicación y rendir cuentas. No fue llamado para explicar sobre los nuevos
proyectos pastorales, sino a dar cuenta del por qué la colecta había bajado… Se
valoró más el quehacer dinero, que el quehacer pastoral. Meses después, llegó
un agente infeccioso microscópico acelular llamador SARS-CoV-2, y no solo bajaron las colectas, sino que, durante la
pandemia, las colectas desaparecieron por completo… Durante la pandemia, la
economía y los mercados recibieron un golpe bajo y muy fuerte. En otras
palabras, la economía mundial se enfiló por el camino del despeñadero de la
gran recesión jamás vista en la historia de los mercados financieros. Y por
supuesto, aquella parroquia no fue la excepción.
El dinero es, sin duda alguna,
importante para alcanzar cosas en la vida. Es importante para satisfacer
algunas necesidades presentes y futuras. Pero hay que entender que el dinero
nunca será un fin en sí mismo. Nunca hay que ir detrás del dinero como si fuera
la clave para ser plenamente feliz y realizarse como persona. En el confinamiento que el mundo entero vivió
por la COVID-19, quizá se tenía el dinero en la mano, pero no se podía salir y
comprar, pues todo estaba cerrado. Pregunto, ¿sirvió de mucho en esos días el
dinero?, ¿sirvieron los altos cargos o servicios? No. El primer ministro de
Reino Unido, Boris Johnson, dio positivo por el coronavirus. ¿Se era inmune al coronavirus por ser de
´sangre azul´ u ostentar un título nobiliario? No. El príncipe Carlos, de 71
años y heredero de la corona británica, fue infectado por el coronavirus.
Descubrimos que en la pandemia, debíamos de ser más humanos, más solidarios,
más fraternos. La ambición desmedida de muchos hombres y mujeres por tener más
y más dinero a costa de lo que sea, no tiene ni tendrá ningún sentido. Con el coronavirus fuimos seres más vulnerables y
débiles. Todos nos podíamos enfermar. Todos, sin excepción alguna.
El dinero puede cegar la mente de
cualquier hombre. El Diablo, como dijo el papa Francisco, puede entrar por el
bolsillo. Eso le sucedió al obispo alemán Franz-Peter Tebartz-van Elst, apodado
por la prensa alemana como el ´obispo del lujo´, pues se gastó casi 40 millones
de euros para la construcción de su residencia. El papa Francisco lo suspendió
temporalmente de sus funciones y le ordenó a salir de su diócesis por un
periodo apropiado. La conocida parábola del rico insensato, conocida también como
la parábola del rico necio o tonto, es una de las parábolas que pronunció Jesús
y que solo se encuentra en el Evangelio de Lucas, capítulo doce, versículos del
trece al veintiuno. Esta parábola enseña magistralmente sobre el grave error de
darle mucha importancia al dinero o a la riqueza, acumulándolo, pues eso
conduce a la avaricia. El versículo veinte dice: ´´Pero Dios le dijo: ¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma;
las cosas que preparaste, ¿para quién serán?´´.
La vanidad del ídolo del sexo y la fama.
Los ídolo del sexo y la fama van muy unidos de la mano. Están ungidos con el
óleo de la vanidad. Son secuaces. La sexualidad es un don de Dios. Es un
maravilloso regalo que recibimos los hombres y mujeres y está orientado, como
nos enseña la Iglesia, al amor verdadero. La sexualidad no es simplemente
´´sentir´´, no. He ahí el detalle. Es expresar en libertad el amor. Por eso
tiene una doble finalidad: es unitiva y procreativa. La sexualidad está al
servicio del amor, por eso es trascendente. Cuando la sexualidad humana se convierte
en un instrumento deshumanizado, se desorienta y pasa a ser un ídolo lleno de
vanidad esclavizante. Es eso lo que hace la pornografía y la trata de personas
o comercio de personas. Cuando la sexualidad humana se cosifica, pierde su
verdadero sentido de trascendencia y se vuelve inmanente; es decir, algo
interno, la devalúa. La sexualidad tiene grandes dimensiones en el amor.
La fama de los ´famosos´. La vanidad del
famoso no es estrictamente como dice el diccionario, ´´la opinión que la gente tiene de alguien o de algo´´. Me refiero
a la fama de las llamadas estrellas del cine y la televisión. A los que mal
llaman con el anglicismo ´´celebrity´´, que
se traduce como ´celebridad´. Llaman ´celebridad´ a la cantante Madonna,
Cher, Taylor Swift, Kanye
West, Kim Kardashian, Ed Sheeran y otros muchos más. Son celebridad por su fama,
porque son personas famosas, hagan lo que hagan son noticia, aunque digan y
hagan un acto sublime o una estupidez… Son seguidos por millones de admiradores,
muchos de ellos sin criterio ni visión. Por
eso decía el escritor alemán Georg Christoph Lichtenberg: ´´A la gloria de los más famosos se adscribe siempre algo de la miopía
de los admiradores´´. Y mi muy estimadísimo poeta y dramaturgo Federico García Lorca, decía de los
famosos: ´´El hombre famoso tiene la
amargura de llevar el pecho frío y traspasado por linternas sordas que dirigen
sobre ellos otros´´. Los actos de estos a quienes llaman ´celebridad´ son
cubiertos ampliamente por los medios de comunicación, redes sociales y la
prensa rosa. Es la fama por la fama, a toda costa.
La fama siempre se arropa con un abrigo fantasmagórico,
perfumado con el perfume de la vanidad. Vanidad que llevó al personaje de Jean-Baptiste
Grenouille, de la novela Das Parfüm, die
Geschichte eines Mörders (El perfume: historia de un asesino), del escritor
alemán Patrick Süskind, a cometer los más horrendos crímenes, obteniendo de los
cadáveres fragancias exquisitas que se vendían con gran valor entre las bellas
damas de la sociedad. Su fama alcanzó un nivel altísimo, que el personaje confundió
con el éxito. La fama no siempre es sinónimo de éxito. No se debe confundir la fama con el
éxito. Nunca.
Cuando alguien desea ser famoso, es
porque desea vehementemente ser muy conocido, admirado y muy respetado. Se dice
que la fama es muy caprichosa: hoy se tiene, mañana… quien sabe… Muchos famosos
se han retirado de su vida artística en la crespa de la ola. Sintieron que la fama
les había robado el don más preciado del ser humano: la libertad. Dejaron de
ser ellos, para ser la imagen proyectada de su fama. Eso le sucedió al
famosísimo Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, mejor conocido como Cantinflas,
´el más grande comediante del mundo´,
dijo Charles Chaplin. Su esposa, la bailarina rusa Valentina Ivanova, cuando
quería conversar seriamente con él, le
decía que, con quien deseaba conversar era con su esposo, Mario, no con
Cantinflas. La fama del personaje lo absorbió tanto, que él mismo se buscaba
dentro de sí para encontrarse con su yo verdadero. La escritora Guadalupe
Loaeza, escribió que Mario Moreno y Cantinflas vivían en permanente
contradicción… Otro caso es el de la muy famosa Josefa Flores González o Pepa
Flores, conocida mundialmente por su trabajo en el cine, la televisión y la
música bajo el nombre de Marisol. Ella se retiró de todo el mundo artístico
para siempre, no soportando ni siquiera los flashes
de las cámaras ni gente en derredor suyo aplaudiéndole. Por décadas fue fenómeno
de masas, hizo reír, bailar y soñar a miles de jovencitas europeas que querían
ser como ella. Antes de cumplir sus quine años se había convertido en la gran
estrella del cine español. Hasta que llegó el momento de enterrar para siempre
a Marisol, nombre que la llevó a la cúspide de la fama. Tanto, que no se
presentó a recibir el Goya de Honor 2019 de la Academia de cine español, sino
que en nombre de ella, lo recogieron sus tres hijas. Sus hijas dijeron que su
madre vivía muy feliz retirada para siempre de los escenarios. Marisol, la que
un día había encantado al mundo hispano con sus inolvidables temas como ´´Tu
nombre me sabe a yerba´´ y ´´Corazón contento´´, hasta que en el año de 1985
tomó la firme decisión de alejarse para siempre de la música y el cine. Cumplió
con su promesa de no volver a tener proyección pública. Así es la fama…
Hay personajes famosos que nunca
buscaron conscientemente la fama. Un ejemplo vivo fue Agnes Gonxha Bojaxhiu,
conocida mundialmente como santa Teresa de Calcuta. Humildad, sencillez y
entrega generosa hasta doler, fueron las características que dibujaron la
sobria silueta de la monja carismática que vio nacer la ex República Yugoslava
de Macedonia; sin duda alguna, es una de las más grandes santas del siglo XX. Los
biógrafos y religiosas más cercanos a santa Teresa de Calcuta, afirman que ella
rehuía a posar para cámara alguna. Solía repetir el texto evangélico de Lucas
17, 10: ´´De igual modo vosotros, cuando
hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos
hecho lo que debíamos hacer´´. En otras palabras, Teresa de Calcuta no
permitió que la vanidad del ídolo de la fama, el poder y el dinero invadieran
su vida de amor y entrega. Sufrió ataques muy fuertes del Diablo desde fuera,
pero nunca logró el espíritu pervertidor hacerla sucumbir en la vanidad, altar
de oro de los ídolos de este mundo.
Con la mortal pandemia de la COVID-19,
quedó muy claro algo: muchísimas cosas en este mundo son efímeras. La vanidad
de los hombres y mujeres quedó descubierta, al desnudo. Cosas que creíamos
importantes, realmente no lo eran. Eran creación de nuestras ´necesidades´
infundadas. Descubrimos que sí podíamos vivir de los necesario, del día a día. Se
vio la humanidad desnuda y necesitada. Hemos de volver a Dios y adorarle solo a
Él. Solo en Dios cobra sentido el sinsentido de la vida.
Adorar a Dios es amar a Dios sobre todas
las cosas y despojarse de los ídolos de este mundo, cuyo altar es la vanidad,
que es la arrogancia, presunción, envanecimiento del alma. Adorar al Señor, el
Dios de la vida, que nos dio a su hijo muy amado Jesucristo, es pedirle que nos
libre de la vanidad que nos lleva al mal. Por eso imploramos infinitamente a
Dios: ´´no nos dejes caer en la
tentación, y líbranos del mal´´. Amén.
´´La
vanidad es tan fantástica, que hasta nos induce a preocuparnos de lo que
pensarán de nosotros una vez muertos y enterrados´´ (Ernesto Sábato, escritor argentino).
´´Buscamos
la felicidad en los bienes externos, en las riquezas, y el consumismo es la
forma actual del bien máximo. Pero la figura del consumidor satisfecho es
ilusoria: el consumidor nunca está satisfecho, es insaciable y, por tanto, no
feliz. Podemos buscar la felicidad en el triunfo, en la fama, en los honores.
Pero ¿no es todo eso sino pura vanidad, en definitiva nada o casi nada?´´
(José Luis López Aranguren, filósofo y ensayista español).
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