miércoles, 30 de noviembre de 2022


El viernes 20 de enero de 1961 fue la investidura de John Fitzgerald Kennedy como el 35.º presidente de los Estados Unidos de América. A las 12,52 horas, Kennedy juraba con su mano derecha puesta sobre una antigua Biblia católica que pertenecía a su familia y dejaba atrás los días de senador de Massachusetts y miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos por el 11.º distrito congresional de Massachusetts.

El nuevo presidente hizo su juramento de 35 palabras que establece la Constitución del país: “Juro solemnemente que ejerceré fielmente el cargo de presidente de Estados Unidos y que, hasta el límite de mis capacidades, preservaré, protegeré y defenderé la Constitución de Estados Unidos”. John Kennedy fue el primer presidente católico de Estados Unidos y pasó a la historia como un gran político demócrata, que marcó un antes y un después en la historia de su país, 60 años después se le sigue considerando uno de los mejores presidentes de la historia republicana de la gran nación del norte.

            En ese día histórico para los Kennedy, la señorial ciudad de Washington estaba a diez grados bajo cero, hacía un frío glacial, había caído sobre la capital federal una tormenta de nieve. No obstante, igualmente de fría era la relación entre los Kennedy y los Bouvier, quienes miraban por encima del hombro a aquellos y aquellos no querían bien a los Bouvier; porque estos eran republicanos y no habían votado por John. Junto con el nuevo presidente estaba una Lee Bouvier, que ya no lo era, pues había pasado a ser una Kennedy y primera dama de los Estados Unidos, la señora Jacqueline Kennedy, la flamante esposa de John F. Kennedy.

            Jackie, en ese memorable día, lució una vestimenta elegante e impecable que le dio la vuelta al mundo. Llevaba un abrigo en seda de media manga en azul pastel, con grandes botones, boas y manguito negro, con cuello en piel rusa marrón y guantes blancos de ópera, todo diseñado por el modisto francoestadounidense Oleg Cassiny, y un sombrero a juego, del diseñador estadounidense Roy Halston Frowic. Desde ese momento, se convirtió en la First Lady más joven de la historia estadounidense, ícono de la elegancia y el glamur. Ese día, Jackie fue catapultada a la categoría de mito. Los periodistas comenzaron a hablar del efecto Jackie, que fascinaba a las multitudes por donde iba pasando como primera dama, estrechando miles de manos, emocionando y derrochando por doquier suma elegancia y estilo refinado.

Una primera dama promueve programas de desarrollo social en todo el país, es defensora de los derechos humanos y de la mujer, realiza labores filantrópicas y otorgamiento de premios y becas académicas, asiste a ceremonias oficiales y funciones de Estado y contribuye con las artes y la preservación de la arquitectura histórica. A todo eso se dedicó Jackie con gran entrega y devoción.

Sus críticos la tildaban de romántica e impecable al vestir, como princesa de un cuento de hadas. Siempre lucía vestidos largos que le llegaban un poco más abajo de la rodilla, en colores luminosos como el rosa, fucsia, el amarillo, el salmón o el verde esmeralda. Todos confeccionados por los mejores diseñadores, entre los cuales estaban Coco Chanel, Christian Dior o del francés Hubert de Givenchy, los cuales usaba a juego con los famosos sombreros pillbox o casquete, de Halston, como el que perdió el día que asesinaron a su marido, el presidente Kennedy.

Su figura impactó y fue inspiración para grandes personajes de la política, escritores, novelistas, poetas, pintores, escultores, cantantes y cantautores. La reina de América, le decía el cantante y actor estadounidense Frank Sinatra. Un medio londinense afirmaba que Jackie le había dado al pueblo estadounidense una cosa que siempre habían deseado tener: majestuosidad. Jackie les dio majestuosidad ciertamente. Las revistas más vendidas en Estados Unidos llevaban en su portada el rostro y reportajes de la señora Kennedy, entre las cuales figuran Life, Caras, Journal, Sports Illustrated, McCall, Photoplay, Time, Cosmopolitan, Newsweek, Bunte, Match, DailyNews, Look, Hello!, Lad’ysCicles, People y Screenland.

Además de ser portada en las revistas, existe una miríada de libros que recogen en sus páginas la vida de quien un día fue llamada la viuda de América. Entre algunos libros están, What Jackie Taught Us, Jackie after O, Jacqueline Bouvier Kennedy Onassis, Dentro de la Casa Blanca, Mi vida con Jacqueline Kennedy, JFK Reckless Youth, ¡Jackie, oh!, Una mujer llamada Jackie, Una imagen tan bella, Jackie Kennedy (1929‑1994), Demasiado humano historia de amor de Jack y Jackie Kennedy, America’s Queen, Jackie and Maria, Jackie’s Girl, Jackie, Jacqueline Kennedy y Conversaciones históricas sobre mi vida con John F. Kennedy. Al igual que la princesa Diana de Gales, Jackie fue perseguida en su tiempo por la prensa rosa o del corazón, reporteros y los famosos paparazzi, quienes, estando ella en Skorpios, isla privada del magnate griego Aristóteles Onassis, entonces esposo de Jackie, la fotografiaron tomando el sol completamente al desnudo, lo que generó millones y produjo un escándalo mundial.

El séptimo arte también se interesó en la exprimera dama estadounidense. La más reciente producción cinematográfica fue Jackie, película de drama chileno-estadounidense, dirigida por Pablo Larraín e interpretada magistralmente por la actriz, directora y productora israelí Natalie Portman, papel por el que fue candidata al Óscar. Además del cine, la televisión ha producido series y programas muy interesantes sobre Jackie. La miniserie A Woman Named Jackie (Una Mujer Llamada Jackie), 1991, fue exitosa y en el año 2000 se estrenó otra miniserie intitulada Jackie Bouvier Kennedy Onassis, de igual éxito. Otras actrices como Jaclyn Smith, Katie Holmes, Jaqueline Bisset, Jeanne Tripplehorn y Sarah Michelle Gellar han interpretado a la icónica exprimera dama Jacqueline Kennedy. La exitosa serie The Crown, de Netflix, no solo aborda la vida de la reina Isabel II, en su segunda temporada en uno de sus episodios aparece la recordada Jackie Kennedy, papel interpretado por la actriz sudafricana Jodie Balfour. A esta larga lista de interpretaciones se suman especiales de televisión, de la CBS, clásico A Tour of the White House with Mrs. John F. Kennedy (Un recorrido por la Casa Blanca, que regiamente protagonizó Jackie).

Jackie fue la First Lady de Estados Unidos desde el 20 de enero de 1961 al 22 de noviembre de 1963, aunque no le gustaba que le dijeran First Lady, porque le parecía el nombre de un caballo de carreras. Tiempo que le bastó para refrescar y modernizar la Casa Blanca, restaurándola por completo. No olvidemos que Jackie con su especial gusto y refinamiento cambió la vida de la Casa Blanca para siempre. En poco tiempo renovó cada rincón y cambió para siempre la vida y las costumbres de la histórica residencia, fue una mujer de refinada elegancia y gustos exquisitos.

Escribe Katherine Pancol, en su libro Una imagen tan bella. Jackie Kennedy (1929‑1994), que cuando Jackie llegó a la Casa Blanca, la ducha de su habitación no funcionaba y que la cisterna estaba rota y que no había papeleras ni bibliotecas. Esta histórica casa tiene 18 habitaciones, 20 cuartos de baño en el segundo piso, 147 ventanas, 29 chimeneas y 37 habitaciones en la planta alta. Cuenta con un entarimado de 1000 m, hecho con maderas finas y 2500 m de mármol. Ese fue su primer gran proyecto como First Lady, restaurar la casa de la pareja presidencial de los Estados Unidos. La redecoró, mandó a colocar muebles y pinturas originales. Con su llegada, la Casa Blanca se llenó de arte, de música y de mucha cultura. Por eso, sus salones se convirtieron en grandes escenarios donde desfilaron artistas de primer orden, sirvieron cenas y fiestas que eran una verdadera ambrosía. Asistieron intelectuales, músicos, pintores y políticos de alta talla mundial.

Además de eso, Jackie estaba muy pendiente de la servidumbre, de los horarios, de los sueldos del personal a su servicio y de las horas extra, hizo de la Casa Blanca y de su matrimonio su propio Camelot. Gustaba escuchar y bailar junto con su esposo, el presidente Kennedy, la canción de Richard Burton, Camelot: In short, there simply not. A more congenial spot For happily-ever-aftering than here In Camelot (En resumen, simplemente no hay un lugar más agradable para feliz-siempre que aquí en Camelot). Unos días después del magnicidio de su esposo, concedió una entrevista a la prestigiosa revista Life y narró los años que pasó junto con su esposo, años que calificó como sus años dorados de Camelot. Ella hizo suyo el sueño de un rey como Arturo, el de la Tabla Redonda, señor de Camelot.

Como primera dama de Estados Unidos acompañó a su esposo en varias vistas oficiales y viajes, visitaron Francia, Austria, India, Pakistán, Afganistán, Canadá, Colombia, Inglaterra, Grecia, Italia, México, Marruecos, Turquía y Venezuela. En Francia, la atención estuvo fijada en Jackie, pues hablaba muy bien francés, así se ganó el cariño y la atención de los franceses —que no es tan fácil— al hablarles en la lengua de Molière (Jean-Baptiste Poquelin) y es que la capital francesa, París, tuvo un lugar muy especial en el corazón de Jackie, pues con sangre francesa proveniente de su progenitor, John Bouvier, ella amaba Francia, sobre todo la ciudad de París.

Kennedy, en una memorable conferencia de prensa que brindó en el Palais de Chaillot, dijo jocosamente que en esa visita oficial a Francia él era quien acompañaba a Jackie, no ella a él. Otro momento memorable fue en el Palacio de Versalles. Se sabía que la relación entre el presidente John F. Kennedy y el presidente Charles de Gaulle no era la mejor, pero este ante la deslumbrante presencia de Jackie fue mucho más amable con ella y afirmó: “Jacqueline Kennedy conoce mucho más de la cultura francesa que la mayoría de las francesas”.

Cuando visitó Inglaterra se afirma, pero sin fundamento histórico, que Jackie hizo dos comentarios durante la cena sobre la reina y el palacio de Buckingham. Sobre Isabel II, asegura The Telegraph, dijo que era descuidada, poco inteligente e irrelevante y en cuanto al palacio, dijo que era un lugar de segunda, arruinado y triste. La NBC se limitó a afirmar que Jackie Kennedy no se dejó impresionar por la reina ni su palacio. Esta anécdota de la primera dama se recoge en la serie The Crown.

El último día como First Lady de la gran nación del norte y su icónico traje rosa. Jackie, como hemos anotado más arriba, acompañó a su esposo en varias vistas oficiales y viajes internacionales, pero en los viajes nacionales no solía hacerlo. Texas fue la excepción. El 21 de noviembre de 1963, Jackie y John hicieron un viaje político a Texas, ninguno de los dos quería ir. Al día siguiente, 22 de noviembre, llegaron en el Air Force One al aeropuerto Love Field en Dallas, ciudad convulsa, acompañados por el gobernador de la ciudad y su esposa. Jackie iba impecable, como siempre. Ese día vistió un traje de Chanel, de lana bouclé, con dobles botonaduras grandes, de color frambuesa y cuello azul marino, a juego con un sombrero pillbox, del mismo color del vestido y guantes blancos, el famoso traje rosa de Chanel. Dice uno de sus biógrafos que el vestido fue escogido por el propio presidente para su esposa y que no era original de Chanel, sino que era una copia de alta calidad, confeccionado con patrones y materiales autorizados por la propia Coco Chanel.

De Love Field salieron en una larga caravana hacia Trade Mart, ambos subieron a la limusina descapotable presidencial, acompañados por el gobernador de Texas John Connally y su esposa Nellie, Jackie iba junto con su esposo. Recorrieron parte de Elm Street en Dealey Plaza cuando se oyó el primer disparo, segundos después, sonaron dos disparos más que impactaron en el presidente Kennedy, hiriendo a muerte garganta y cabeza. El arma que usó Lee Harvey Oswald para asesinar al presidente era un fusil de cerrojo Carcano M91/38 de fabricación italiana, con mira telescópica. Jackie, en shock, se subió a la parte trasera de la limusina, imagen que ha quedado grabada en la historia y colectivo estadounidense.

El presidente fue trasladado de inmediato al Hospital Parkland de Dallas, Jackie iba abrazada a él, sujetándole la cabeza. A las 13:00 horas de Dallas, John F. Kennedy se declaró oficialmente muerto; 1 hora y 20 minutos después, el cuerpo sin vida de Kennedy fue llevado al Air Force One, para dirigirse a la Base Aérea de Andrews, a las afueras de Washington D. C. A bordo del avión, antes del despegue, el vicepresidente Lyndon B. Johnson, prestó juramento como presidente de Estados Unidos ante la jueza Sarah T. Hughes, a la izquierda de Johnson, estaba Jackie, con su traje rosa, manchado de sangre, a partir de ese instante, Jackie dejó de ser la First Lady de Estados Unidos y pasó a ser la viuda de América y una de las primeras damas más recordadas y mejor vestidas de la historia.

El funeral de Estado del presidente John F. Kennedy comenzó a los tres días de su asesinato. El féretro fue colocado en el cuarto este de la Casa Blanca por 24 horas. Pasadas las 24 horas su ataúd fue llevado por caballos en una vagoneta de artillería, la que en 1945 había transportado el féretro de Franklin D. Roosevelt al Capitolio para ser velado en público. El cortejo fúnebre que se desplazaba por la Pennsylvania Avenue cuando se dirigía al Capitolio iba en silencio, solo se escuchaban los tambores y el chasquido de los cascos de los caballos y del caballo sin jinete, con botas al revés. El caballo se llamaba Black Jack, como el padre de Jackie. El caballo sin jinete en los funerales de los presidentes de los Estados Unidos representa el monte de un gobernante caído.

Jackie caminó estoica en la procesión fúnebre, majestuosa, sosteniendo a sus dos hijos de la mano, a Caroline y John, así encabezó el duelo público por la gran nación. Las cámaras de la televisión mundial siguieron a las 250.000 personas que hicieron fila para despedir y honrar a quien, hasta hace unas horas atrás, había sido el presidente la nación. El lunes 25 cerca de 1200 personas, entre las cuales figuraron representantes de diversos países, jefes de Estado, primeros ministros, miembros de la realeza, líderes de diversas agrupaciones asistieron al funeral de Estado en la Catedral de San Mateo Apóstol. Presidió la misa exequial el cardenal Richard Cushing, arzobispo de Boston. Después de las honras fúnebres, el ataúd fue llevado al Cementerio Nacional de Arlington para su entierro. Jackie lo organizó todo, inspirada en el entierro de Abraham Lincoln. La Casa Blanca recibió 800.000 telegramas de pésame, afirma Pancol en su libro.

El matrimonio de John y Jackie duró 10 años hasta el fatídico día en que fue asesinado su esposo, solo la muerte los separó. No los separó la infidelidad de John ni su tórrido romance con la exuberante actriz Marilyn Monroe; fue la muerte.

Procrearon cuatro hijos, Arabella, Caroline, John y Patrick. Caroline es la única hija con vida de los Kennedy Bouvier, es una brillante abogada y diplomática, fue embajadora en Japón y, actualmente, es embajadora en Australia, en la presidencia del presidente demócrata Joe Biden.

Curiosidades sobre Jacqueline Lee Bouvier Kennedy Onassis:

*El guardarropa de Jackie Kennedy estaba lleno con prendas y zapatos de las lujosas tiendas como Saks Fifth Avenue y Bergdorf Goodman. El guardarropa estaba ordenado de acuerdo con el color de las prendas. Los zapatos tenían en la plantilla derecha una pequeña plataforma de medio centímetro, con el fin de corregir un defecto, pues tenía una pierna más larga que la otra.

*Su padre, John Vernou Bouvier III, le repetía una frase que Jackie hizo de ella su lema de vida: “No dejes nunca que adivinen tus pensamientos. Guarda tus secretos. Sé misteriosa, ausente, lejana, un enigma hasta el último de tus días”, le aconsejó el progenitor.

*Le gustaba llevar a sus paseos en bote una canastita con su déjeuner: terrine de pâté y quesos franceses, irrigados con abundante vino. ¡Ambrosía total!

*Hay un cóctel que fue bautizado como Femme Fatale, en honor de Jackie, cuando ella visitó al príncipe Norodom Sihanouk, en Camboya, en el lujosísimo Hotel Le Royal.

*Ganó un Emmy por haber restaurado la Casa Blanca y promover su historia. Además del Emmy, ganó el Premio de Fideicomisarios de la Academia de Artes y Ciencias de la Televisión.

*El escritor Cristopher Andersen, en su libro Jackie after Jack, afirma que Jackie mantuvo romances con Frank Sinatra, Marlon Brando, William Holden, Warren Beatty y hasta Bobby Kennedy. Afirmaciones de mal gusto.

*Fue la editora en Viking Press y Doubleday, trabajó la autobiografía de Michael Jackson, el cual ocupó el número uno en la lista de los libros más vendidos.

*John F. Kennedy no fue su primera opción para contraer matrimonio. Estuvo comprometida antes con el corredor de bolsa John G. W. Husted, pero su madre, Janet Norton Lee, le aconsejó que no le era conveniente. Sabio consejo, la historia le dio la razón.

* Jackie no quiso quitarse el traje rosa Chanel que lució cuando asesinaron a su esposo. “Voy a dejarme la ropa puesta. Quiero que todos vean lo que le han hecho”, dijo cuando se le sugirió cambiarse el atuendo.

*Jackie bebía mucho vodka para conciliar el sueño, dormir y olvidar la tragedia del magnicidio de su esposo.

*Jackie buscó ayuda espiritual con un sacerdote católico, pues había pensado en el suicidio para aliviar su sufrimiento por la pérdida de su esposo.

*Algunos la tenían como una santa, hasta que se casó con el magnate griego Aristóteles Sócrates Onassis, en 1968. Este matrimonio ofendió a los estadounidenses. Aristóteles Onassis prefirió a Jackie que a la soprano de ascendencia griega, la gran María Callas. Sobre esa unión, el hijo de Onassis, Alexander, dijo: “Es la unión perfecta. Mi padre adora los apellidos y Jackie adora el dinero”.

El 19 de mayo de 1994, a los 64 años, rodeada de sus hijos, Caroline y John Jr. y de sus más queridos allegados, la vida de Jackie se apagó. La noticia de su deceso le dio la vuelta al mundo y hasta nuestros días el mito de la icónica exprimera dama de Estados Unidos se mantiene encendido, cual antorcha colocada sobre un candelero de cristal en lo alto de un muro.

“Ella lo hizo a su manera y en sus propios términos, y todos nos sentimos afortunados por ello” (John F. Kennedy, Jr.).

 

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