Hoy, 27 de junio del 2021, día
glorioso y mariano, celebrando con mi Congregación del Santísimo Redentor y toda
la Iglesia a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, deseo compartir con usted,
amable y paciente lector, la breve historia del altar de Nuestra Señora del
Perpetuo Socorro, que estuvo por varios años en la Iglesia de Nuestra Señora de
la Soledad, y que ahora, por designio del Señor, se encuentra en la capilla del
Seminario San Clemente.
En América Central, ´´la
dulce cintura de América´´, como solía llamarla el gran Pablo Neruda, hay
templos con altares bellísimos, verdaderas joyas arquitectónicas. Los hay
estilos arquitectónicos como el barroco, neoclásico, afrancesado y mudéjar. Muchos
templos en nuestra Centroamérica, constan únicamente de una sola nave, con dos
torres laterales, artesonado de madera. Paredes laterales reforzadas por
corpulentas falsabragas; poseen también grandes puertas y ventanales a cada
lado; el artesón del presbiterio es de diversos estilos. Los templos históricos
de nuestra América Central cuentan con bellísimos retablos-altares. Ejemplo insigne
es el altar mayor de la iglesia de Los Dolores, en Tegucigalpa, Honduras. La
decoración de este altar es de tipo vegetal, destaca por su color rojo viejo
sobre el fondo ocre del retablo y tiene tres nichos abiertos, donde se encuentran las imágenes de la Virgen
del Carmen, el Sagrado Corazón de Jesús, y la imagen del Santo Cristo de
Limpias y Nuestra Señora de Los Dolores.
Una de las iglesias o templos más
bellos de Centroamérica y de Costa Rica se encuentra en la ciudad capital de
San José: es la Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad, hito de esa ciudad
dedicada al dulce patriarca de Nazaret. Declarada Patrimonio Histórico y
Arquitectónico del país el 8 de diciembre de 1999, día solemnísimo de la
Inmaculada Concepción de María. Han pasado ya 170 años, cuando el primer obispo
de Costa Rica, Mons. Anselmo Llorente y Lafuente, encargó al arquitecto
británco, Hugh G. Tonking, diseñar los planos de la iglesia de la Soledad,
símbolo de la naciente República, cuando Costa Rica, en 1848, se declara nación
soberana e independiente. Edificada de mampostería, con influencia de estilo
barroco y columnas de madera; por ello, se caracteriza por sus hermosos
vitrales, importados de la Confederación Suiza, como bellísimas esculturas: las
catorce estaciones del santo vía crucis, únicas en su estilo.
Arquitectónicamente, según los
entendidos del arte, la iglesia de la Soledad es considerada la más clásica de
todas las iglesias o templos del centro de la ciudad de San José. A finales del
siglo XIX se recibió el mármol para los acabados de esta iglesia, y a inicios
del siglo XX, fue declarada parroquia, dándole así nombre al lugar donde se
encuentra: Barrio la Soledad, no barrio chino, pues lo que se conoce como
´barrio chino´ está contenido en el aquel barrio, y se considera entidad no
oficial de la ciudad capitalina.
El tiempo, inasible con su
incontenible paso, fue dejando su huella en las paredes interiores y exteriores
de la iglesia de la Soledad, casa y extensiones de esta; causando el deterioro
de la iglesia y casa cada día que pasaba. En el año 2012, el Pbro. Carlos
Humberto Rojas, actual párroco de esta amada iglesia, junto a un grupo de
feligreses, se dieron a la difícil tarea pero significativa tarea de restaurar
la iglesia. El templo restaurado quedó bello, luciendo su esplendor
arquitectónico, abriendo sus puertas a la feligresía tras permanecer un tiempo cerrado al culto y a las visitas de los
católicos que pasaban para hacer sus oraciones personales y saludar a la Santísima
Virgen y a san Pancracio de Roma.
Esta loable tarea se le debe
en justicia, al padre Carlos Humberto Rojas y a ese grupo de feligreses entusiastas,
amantes de su iglesia de la Soledad. A los pies de uno de los hermosos vitrales
de esta iglesia, el que representa la escena de Jesús a los doce años, ante los
doctores de la ley, enseñando en el Templo de Jerusalén, se encontraba el altar
dedicado a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, que hoy luce en la capilla del
Seminario San Clemente y es objeto de estas letras que escribo para ustedes,
amables y pacientes lectores. Es la historia de dos altares: un altar colocado en
otro.
La imagen de la Virgen del
Perpetuo Socorro es un icono (eikón en griego), que significa imagen. Y el
icono tiene una característica muy singular según los entendidos del arte
sacro: ´´el icono hace presente eso que recuerda´´. El icono es más que
una simple representación de lo sacro. El icono es considerado un verdadero Altar,
que invita a la reflexión, a la oración, a la meditación. El icono nos hace
entrar en el misterio que refleja. Un icono es una verdadera ´catequesis´,
es ´evangelio´. El icono es para contemplar y ser contemplados por
él. Por eso decimos que es la historia
de un altar incluido en otro.
Un altar, del latín altare,
de altus, ´elevación´, según el DRAE, es: ´´Conjunto constituido por
la mesa, la base, las gradas, el retablo, el sagrario, etc., en una iglesia
cristiana´´. Hay varios tipos de altares; según las más comunes
definiciones que encontramos en internet y enciclopedias de arquitectura: los
hay de dos, tres y siete niveles. Los de dos: representan el cielo y la tierra;
los de tres: el cielo, la tierra y el inframundo; los de siete: los 7 sacramentos
que nos conducen hacia la eternidad. El altar principal de una iglesia o
capilla se llama altar mayor, situado en el ábside principal o cabecera del
recinto sagrado. La historia de los altares ha recorrido varias etapas: Edad
Antigua, Edad Media o Medievo, Edad Moderna y la Edad Contemporánea.
Los altares católicos tienen
su origen en los diferentes tipos de altares en la antigua Roma. En las
entrañas de la Urbs Aeterna -ciudad eterna-, Roma, se encontraron cuatro tipos
de altares: los portátiles o movibles, los fijos y aislados, los adosados y los
arcosolios o sepulcros de los santos mártires. Estos altares se fueron
configurando con el paso del tiempo en la paz constantiniana y Edad Media.
En junio del año 2018, el
Pbro. Carlos Humberto Rojas, donó el altar-retablo dedicado a Nuestra Señora
del Perpetuo Socorro al Seminario San Clemente. Dicho altar-retablo fue
obsequiado, en 1983, por la familia Cartes Parra a la iglesia de la Soledad. Este
altar, que permaneció más de treinta años en esa iglesia, fue trasladado al seminario
redentorista, ubicado en Barrio Córdoba, San José; el cual fue recibido por el
entonces prefecto y superior, R.P. José Manuel Araya Chavarría. En ese mismo año
y mes se comenzó la remodelación de la capilla del seminario, que abarcó ventanas
con marco de madera, puertas, sistema eléctrico, lámparas, cielo raso PVC,
pintura y pared trasera. La capilla contó con nuevo mobiliario: bancas, sillas,
mesa y alfombra; como también con nuevo ornato: escultura colgante del Espíritu
Santo, dos imágenes: una, de san Alfonso María de Ligorio; la otra, de san
Clemente María Hofbauer. La obra de colocación del altar de Nuestra Señora del
Perpetuo Socorro en el Seminario San Clemente, estuvo a cargo del Sr. Juan
Carlos Ureña. El libro de las crónicas de este seminario, consigna la remodelación
y bendición de la capilla en tan solo tres brevísimos párrafos y diecisiete imágenes,
ofreciéndonos un dato histórico que servirá para lo posteridad: un acta
depositada en el interior del altar-retablo dedicado a Nuestra Señora, la cual
transcribo literalmente. El acta reza
así:
´´A los 14 días
del mes Junio del año del Señor 2018.
La comunidad del
seminario san Clemente nos hemos reunido a depositar esta carta en altar donado
por párroco: Pbro Carlos Humberto de la iglesia de la Soledad.
Siendo los
formadores: pbro. Ramón Coto y pbro. José Araya (Rector) y contando con la
compañía de los visitantes pbro Thomas y Sean (estadounidenses), pbro Rodrigo
Quesada CSsR
Firmamos los
presentes:
Miguel Gutiérrez
Mairon Rodríguez
Marvin Velásquez
Rodolfo Aguilar
Daniel Vargas José Noel Valdés
Oscar Vargas Sean
David Delgado
Orvin Rodríguez pbro Thomas
Jarel Rodríguez
pbro Ramón Coto
pbro José Araya
pbro Rodrigo
Quesada
´´Quien pierda
su vida por mi causa la encontrará, dice el Señor´´
Reconstructor
del altar Juan Carlos Ureña´´.
En septiembre del 2018 se comienza
a construir el altar del sacrificio o mesa eucarística en la capilla del
Seminario San Clemente. Este no es alargado, sino más bien cuadrado,
ligeramente rectangular: es digno y elegante, de acuerdo con la forma
tradicional en la Iglesia santa y católica. El altar o mesa eucarística del
seminario es una mesa santa. Cuenta con las características según la liturgia
de la Iglesia: está separado de la pared, está en el centro de atención de toda
la asamblea, es un altar único y dedicado solo a Dios, sobre él no hay imágenes
ni reliquias, está bendecido, y está hecho de materia noble, revestido de azulejo
parecido al mármol firenze marrón.
El 14 de noviembre del año en
mención, realizó su visita anual al Seminario San Clemente, Mons. José Rafael
Quirós Quirós, arzobispo metropolitano de San José, para bendecir la capilla, el
altar-retablo y mesa eucarística del seminario. En esa celebración histórica
para el seminario redentorista, se dieron cita Flor de Lis, virgen consagrada
de la arquidiócesis de San José; el acólito Janne Rishor; los presbíteros
Carlos Humberto Rojas, párroco de la iglesia la Soledad y vicario foráneo de la
arquidiócesis de San José, Óscar E. Brenes Jaubert, párroco de la parroquia
Nuestra Señora de Ujarrás y vicario episcopal para la Vida Consagrada, y
Francisco Morales, ceremoniero de la Catedral Metropolitana de San José. Todos
los invitados, junto al anfitrión del seminario, el superior y prefecto, R.P.
José Manuel Araya Chavarría, R.P. Ramón Coto y postulantes, vivieron una
hermosa jornada eucarística y celebrativa.
Sobre el altar donado por el padre
Carlos Humberto a nuestro seminario, hemos de decir, amable lector, que se
trata de un retablo-altar de mármol clásico, color parecido al mármol aurora de
Brescia. En el cuerpo del retablo-altar, está colocado el icono o cuadro de
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, el cual está sobre un banco dividido en
dos pisos. En el centro, se aprecia una placa de mármol blanco, con la letra M
en mayúscula de María, con hendidura, tipo ornamental; y a los lados de esta, a
derecha y a izquierda se aprecian dos columnas, con dos barras de mármol
blanco. Pero leamos la descripción que nos hace el postulante nicaragüense Lenny
Josué Matute Cano, quien lleva en su ´´curriculum vitae´´ cuatro años de
arquitectura: ´´El altar dedicado a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es
de mármol, estilo clásico. Ocupa un área de 1.62 m2 y su altura hasta el
segundo piso es de 1.43 metros. Resultando un total de 2.31 m3. El marco tiene
1 metro de alto. Por lo que su altura final es de 2.43 metros. Posee dos pisos:
superior e inferior. En el superior está incrustado el marco de mármol donde se
encuentra el Icono de Ntra. Señora. En el cual también está el sagrario, sobre
una pequeña losa superpuesta sobre el primer piso. Al centro del antepecho hay
una placa de mármol blanco, con un texto en relieve: “Virgen María, Estrella
del mar, mis ojos te vean antes de expirar”. A los extremos del frontal hay dos
volúmenes simulando dos pilastras dóricas de doble fuste, entre las cuales se
encuentra otra placa de mármol blanco. Todo el conjunto volumétrico está
sustentado por un basamento o sotabanco. Es un conjunto simétrico, y sus
características como su textura y color se encuentran en completa armonía con
su entorno´´.
A los pies del cuadro de
Nuestra Señora está entronizado el sagrario, regalo de la comunidad de La
Agonía de Alajuela, un 27 de junio del año 2014; abajo del sagrario está una
placa de mármol blanco con la siguiente locución: ´´Virgen María, Estrella
del Mar, mis ojos te vean antes de expirar´´. Es una locución que escuché
muchas veces en labios de algunos padres y hermanos religiosos redentoristas
españoles.
Con el nombre de San Clemente
fue inaugurada la casa destinada para la formación de jóvenes aspirantes a la
vida religiosa sacerdotal, en la Congregación del Santísimo Redentor, en el año
de 1987. La bendición de la casa, en la que residen los aspirantes, futuros
misioneros, fue realizada por Mons. Román Arrieta Villalobos, arzobispo
metropolitano de San José (Q.d.D.g.), siendo
superior mayor el M.R.P. Miguel Rodríguez del Palacio (Q.d.D.g.). La historia
como mensajera del tiempo, señala a figuras como los PP. Jesús Rico Aldave, otrora
párroco de la iglesia de la Soledad; José Casal Calviño, quien estuvo al frente
de la construcción de la casa de formación; Ángel Morán Combarros, primer
superior y prefecto y Laureano Salgado Estévez, como los que impulsaron la
realización de tan grande proyecto de la construcción del seminario. Entre 1987
y 1988, la formación fue conjunta: postulantado y juniorado. Nuestro Seminario San
Clemente, en el año 2017, cumplió treinta años de haber sido fundado.
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