miércoles, 30 de noviembre de 2022



Hoy, 27 de junio del 2021, día glorioso y mariano, celebrando con mi Congregación del Santísimo Redentor y toda la Iglesia a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, deseo compartir con usted, amable y paciente lector, la breve historia del altar de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, que estuvo por varios años en la Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad, y que ahora, por designio del Señor, se encuentra en la capilla del Seminario San Clemente.

En América Central, ´´la dulce cintura de América´´, como solía llamarla el gran Pablo Neruda, hay templos con altares bellísimos, verdaderas joyas arquitectónicas. Los hay estilos arquitectónicos como el barroco, neoclásico, afrancesado y mudéjar. Muchos templos en nuestra Centroamérica, constan únicamente de una sola nave, con dos torres laterales, artesonado de madera. Paredes laterales reforzadas por corpulentas falsabragas; poseen también grandes puertas y ventanales a cada lado; el artesón del presbiterio es de diversos estilos. Los templos históricos de nuestra América Central cuentan con bellísimos retablos-altares. Ejemplo insigne es el altar mayor de la iglesia de Los Dolores, en Tegucigalpa, Honduras. La decoración de este altar es de tipo vegetal, destaca por su color rojo viejo sobre el fondo ocre del retablo y tiene tres nichos abiertos,  donde se encuentran las imágenes de la Virgen del Carmen, el Sagrado Corazón de Jesús, y la imagen del Santo Cristo de Limpias y Nuestra Señora de Los Dolores.

Una de las iglesias o templos más bellos de Centroamérica y de Costa Rica se encuentra en la ciudad capital de San José: es la Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad, hito de esa ciudad dedicada al dulce patriarca de Nazaret. Declarada Patrimonio Histórico y Arquitectónico del país el 8 de diciembre de 1999, día solemnísimo de la Inmaculada Concepción de María. Han pasado ya 170 años, cuando el primer obispo de Costa Rica, Mons. Anselmo Llorente y Lafuente, encargó al arquitecto británco, Hugh G. Tonking, diseñar los planos de la iglesia de la Soledad, símbolo de la naciente República, cuando Costa Rica, en 1848, se declara nación soberana e independiente. Edificada de mampostería, con influencia de estilo barroco y columnas de madera; por ello, se caracteriza por sus hermosos vitrales, importados de la Confederación Suiza, como bellísimas esculturas: las catorce estaciones del santo vía crucis, únicas en su estilo.  

Arquitectónicamente, según los entendidos del arte, la iglesia de la Soledad es considerada la más clásica de todas las iglesias o templos del centro de la ciudad de San José. A finales del siglo XIX se recibió el mármol para los acabados de esta iglesia, y a inicios del siglo XX, fue declarada parroquia, dándole así nombre al lugar donde se encuentra: Barrio la Soledad, no barrio chino, pues lo que se conoce como ´barrio chino´ está contenido en el aquel barrio, y se considera entidad no oficial de la ciudad capitalina.

El tiempo, inasible con su incontenible paso, fue dejando su huella en las paredes interiores y exteriores de la iglesia de la Soledad, casa y extensiones de esta; causando el deterioro de la iglesia y casa cada día que pasaba. En el año 2012, el Pbro. Carlos Humberto Rojas, actual párroco de esta amada iglesia, junto a un grupo de feligreses, se dieron a la difícil tarea pero significativa tarea de restaurar la iglesia. El templo restaurado quedó bello, luciendo su esplendor arquitectónico, abriendo sus puertas a la feligresía tras permanecer un tiempo  cerrado al culto y a las visitas de los católicos que pasaban para hacer sus oraciones personales y saludar a la Santísima Virgen y a san Pancracio de Roma.

Esta loable tarea se le debe en justicia, al padre Carlos Humberto Rojas y a ese grupo de feligreses entusiastas, amantes de su iglesia de la Soledad. A los pies de uno de los hermosos vitrales de esta iglesia, el que representa la escena de Jesús a los doce años, ante los doctores de la ley, enseñando en el Templo de Jerusalén, se encontraba el altar dedicado a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, que hoy luce en la capilla del Seminario San Clemente y es objeto de estas letras que escribo para ustedes, amables y pacientes lectores. Es la historia de dos altares: un altar colocado en otro.

La imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro es un icono (eikón en griego), que significa imagen. Y el icono tiene una característica muy singular según los entendidos del arte sacro: ´´el icono hace presente eso que recuerda´´. El icono es más que una simple representación de lo sacro. El icono es considerado un verdadero Altar, que invita a la reflexión, a la oración, a la meditación. El icono nos hace entrar en el misterio que refleja. Un icono es una verdadera ´catequesis´, es ´evangelio´. El icono es para contemplar y ser contemplados por él.  Por eso decimos que es la historia de un altar incluido en otro.

Un altar, del latín altare, de altus, ´elevación´, según el DRAE, es: ´´Conjunto constituido por la mesa, la base, las gradas, el retablo, el sagrario, etc., en una iglesia cristiana´´. Hay varios tipos de altares; según las más comunes definiciones que encontramos en internet y enciclopedias de arquitectura: los hay de dos, tres y siete niveles. Los de dos: representan el cielo y la tierra; los de tres: el cielo, la tierra y el inframundo; los de siete: los 7 sacramentos que nos conducen hacia la eternidad. El altar principal de una iglesia o capilla se llama altar mayor, situado en el ábside principal o cabecera del recinto sagrado. La historia de los altares ha recorrido varias etapas: Edad Antigua, Edad Media o Medievo, Edad Moderna y la Edad Contemporánea.

Los altares católicos tienen su origen en los diferentes tipos de altares en la antigua Roma. En las entrañas de la Urbs Aeterna -ciudad eterna-, Roma, se encontraron cuatro tipos de altares: los portátiles o movibles, los fijos y aislados, los adosados y los arcosolios o sepulcros de los santos mártires. Estos altares se fueron configurando con el paso del tiempo en la paz constantiniana y Edad Media.

En junio del año 2018, el Pbro. Carlos Humberto Rojas, donó el altar-retablo dedicado a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro al Seminario San Clemente. Dicho altar-retablo fue obsequiado, en 1983, por la familia Cartes Parra a la iglesia de la Soledad. Este altar, que permaneció más de treinta años en esa iglesia, fue trasladado al seminario redentorista, ubicado en Barrio Córdoba, San José; el cual fue recibido por el entonces prefecto y superior, R.P. José Manuel Araya Chavarría. En ese mismo año y mes se comenzó la remodelación de la capilla del seminario, que abarcó ventanas con marco de madera, puertas, sistema eléctrico, lámparas, cielo raso PVC, pintura y pared trasera. La capilla contó con nuevo mobiliario: bancas, sillas, mesa y alfombra; como también con nuevo ornato: escultura colgante del Espíritu Santo, dos imágenes: una, de san Alfonso María de Ligorio; la otra, de san Clemente María Hofbauer. La obra de colocación del altar de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en el Seminario San Clemente, estuvo a cargo del Sr. Juan Carlos Ureña. El libro de las crónicas de este seminario, consigna la remodelación y bendición de la capilla en tan solo tres brevísimos párrafos y diecisiete imágenes, ofreciéndonos un dato histórico que servirá para lo posteridad: un acta depositada en el interior del altar-retablo dedicado a Nuestra Señora, la cual transcribo literalmente.  El acta reza así:

´´A los 14 días del mes Junio del año del Señor 2018.

La comunidad del seminario san Clemente nos hemos reunido a depositar esta carta en altar donado por párroco: Pbro Carlos Humberto de la iglesia de la Soledad.

Siendo los formadores: pbro. Ramón Coto y pbro. José Araya (Rector) y contando con la compañía de los visitantes pbro Thomas y Sean (estadounidenses), pbro Rodrigo Quesada CSsR

Firmamos los presentes:

Miguel Gutiérrez

Mairon Rodríguez

Marvin Velásquez

Rodolfo Aguilar

Daniel Vargas                           José Noel Valdés

Oscar Vargas                            Sean

David Delgado                         

Orvin Rodríguez                           pbro Thomas

Jarel Rodríguez

pbro Ramón Coto

pbro José Araya

pbro Rodrigo Quesada

´´Quien pierda su vida por mi causa la encontrará, dice el Señor´´

Reconstructor del altar Juan Carlos Ureña´´.

En septiembre del 2018 se comienza a construir el altar del sacrificio o mesa eucarística en la capilla del Seminario San Clemente. Este no es alargado, sino más bien cuadrado, ligeramente rectangular: es digno y elegante, de acuerdo con la forma tradicional en la Iglesia santa y católica. El altar o mesa eucarística del seminario es una mesa santa. Cuenta con las características según la liturgia de la Iglesia: está separado de la pared, está en el centro de atención de toda la asamblea, es un altar único y dedicado solo a Dios, sobre él no hay imágenes ni reliquias, está bendecido, y está hecho de materia noble, revestido de azulejo parecido al mármol firenze marrón.

El 14 de noviembre del año en mención, realizó su visita anual al Seminario San Clemente, Mons. José Rafael Quirós Quirós, arzobispo metropolitano de San José, para bendecir la capilla, el altar-retablo y mesa eucarística del seminario. En esa celebración histórica para el seminario redentorista, se dieron cita Flor de Lis, virgen consagrada de la arquidiócesis de San José; el acólito Janne Rishor; los presbíteros Carlos Humberto Rojas, párroco de la iglesia la Soledad y vicario foráneo de la arquidiócesis de San José, Óscar E. Brenes Jaubert, párroco de la parroquia Nuestra Señora de Ujarrás y vicario episcopal para la Vida Consagrada, y Francisco Morales, ceremoniero de la Catedral Metropolitana de San José. Todos los invitados, junto al anfitrión del seminario, el superior y prefecto, R.P. José Manuel Araya Chavarría, R.P. Ramón Coto y postulantes, vivieron una hermosa jornada eucarística y celebrativa.

Sobre el altar donado por el padre Carlos Humberto a nuestro seminario, hemos de decir, amable lector, que se trata de un retablo-altar de mármol clásico, color parecido al mármol aurora de Brescia. En el cuerpo del retablo-altar, está colocado el icono o cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, el cual está sobre un banco dividido en dos pisos. En el centro, se aprecia una placa de mármol blanco, con la letra M en mayúscula de María, con hendidura, tipo ornamental; y a los lados de esta, a derecha y a izquierda se aprecian dos columnas, con dos barras de mármol blanco. Pero leamos la descripción que nos hace el postulante nicaragüense Lenny Josué Matute Cano, quien lleva en su ´´curriculum vitae´´ cuatro años de arquitectura: ´´El altar dedicado a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es de mármol, estilo clásico. Ocupa un área de 1.62 m2 y su altura hasta el segundo piso es de 1.43 metros. Resultando un total de 2.31 m3. El marco tiene 1 metro de alto. Por lo que su altura final es de 2.43 metros. Posee dos pisos: superior e inferior. En el superior está incrustado el marco de mármol donde se encuentra el Icono de Ntra. Señora. En el cual también está el sagrario, sobre una pequeña losa superpuesta sobre el primer piso. Al centro del antepecho hay una placa de mármol blanco, con un texto en relieve: “Virgen María, Estrella del mar, mis ojos te vean antes de expirar”. A los extremos del frontal hay dos volúmenes simulando dos pilastras dóricas de doble fuste, entre las cuales se encuentra otra placa de mármol blanco. Todo el conjunto volumétrico está sustentado por un basamento o sotabanco. Es un conjunto simétrico, y sus características como su textura y color se encuentran en completa armonía con su entorno´´.

A los pies del cuadro de Nuestra Señora está entronizado el sagrario, regalo de la comunidad de La Agonía de Alajuela, un 27 de junio del año 2014; abajo del sagrario está una placa de mármol blanco con la siguiente locución: ´´Virgen María, Estrella del Mar, mis ojos te vean antes de expirar´´. Es una locución que escuché muchas veces en labios de algunos padres y hermanos religiosos redentoristas españoles.

Con el nombre de San Clemente fue inaugurada la casa destinada para la formación de jóvenes aspirantes a la vida religiosa sacerdotal, en la Congregación del Santísimo Redentor, en el año de 1987. La bendición de la casa, en la que residen los aspirantes, futuros misioneros, fue realizada por Mons. Román Arrieta Villalobos, arzobispo metropolitano de San José (Q.d.D.g.), siendo superior mayor el M.R.P. Miguel Rodríguez del Palacio (Q.d.D.g.). La historia como mensajera del tiempo, señala a figuras como los PP. Jesús Rico Aldave, otrora párroco de la iglesia de la Soledad; José Casal Calviño, quien estuvo al frente de la construcción de la casa de formación; Ángel Morán Combarros, primer superior y prefecto y Laureano Salgado Estévez, como los que impulsaron la realización de tan grande proyecto de la construcción del seminario. Entre 1987 y 1988, la formación fue conjunta: postulantado y juniorado. Nuestro Seminario San Clemente, en el año 2017, cumplió treinta años de haber sido fundado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

             

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario