La
ciudad de Managua, como muchas otras ciudades, se preparaba para las fiestas
navideñas. El espíritu de la Navidad se sentía y soplaba por todas las calles y
avenidas de la ciudad capital, calle 15 de septiembre, avenidas Bolívar,
Centenario y Roosevelt. El comercio anunciaba con luces, música, regalos,
propaganda, comidas, bebidas, sorteos, premios, etc., que llegaba la Navidad.
Las tiendas de Cardenal (la primera en Nicaragua dotada con escaleras
eléctricas) y Alicia, adornadas muy elegantemente. En los hoteles Reisel,
Balmoral y el Gran Hotel, se preparaban exquisitos banquetes. Los mercados
Central у San Miguel ofrecían sus mejores productos.
Los
habitantes de Managua se apresuraban en compras, muy alegres llevando flores,
canciones, amores y sueños. Todos respiraban el dulce y exquisito aroma de la
Navidad. Otros vivían la proximidad del nacimiento del Niño Jesús en el compás
de espera del Adviento y celebraciones propias de este tiempo, como las fiestas
populares de la novena del Niño Dios en horas de la madrugada. Todos se
preparaban para la Nochebuena de Belén, pero ninguno se preparó para vivir una
de las noches más oscuras y tristes, llena de llantos y gemidos, como fue la
noche del terremoto. El viernes 22 de diciembre de 1972 casi todo estaba listo
para vivir la Navidad, les esperaban días de fiesta, el sábado 23, el domingo
24 y, finalmente, el día grande, el lunes 25, día de la natividad del Señor.
No
obstante, las horas más intensas fueron las del viernes 22, ¡era viernes!, ¡fin
de la semana laboral! El centro de la ciudad de Managua en horas de la tarde y
al caer la noche, alrededor de las siete, era un mar de gente caminando,
corriendo de un lado a otro, en busca de una buena compra para obsequiar en
Navidad. Era un día de inspiración en el espíritu navideño, se acercaba la
Nochebuena de Belén. En ese día, más allá de las fronteras de Nicaragua,
Margarita del Carmen Brannon, mejor conocida como Claudia Lars, poetisa
salvadoreña, firmaba un viernes 22 de diciembre de 1972 su poema Pensando en el
gran sueño. ¿Cuántos sueños rotos quedaron sin cumplir para esa Navidad de
1972? Esos sueños se rompieron exactamente a las 0 h y 25 minutos (12’25) del
23 de diciembre. ¡La vida de tantos managuas que vieron sus sueños e ideales
derrumbados en escombros como tantos edificios!
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