La pederastia: el látigo que golpea a la Iglesia de
Jesucristo (Colección Temas varios)
Mi nombre es Bosco José
de Jesús Rodríguez Alvarado. Soy misionero y presbítero redentorista.
Nicaragüense y mariano por gracia de Dios. Estoy en Facebook, Twitter, Instagram,
ISSUU y tengo mi propio blog: pboscojracssr.blogspot.com; y no soy ni pedófilo
ni pederasta. Voy a compartir con usted, amable lector, algunos aspectos sobre
la pederastia en la Iglesia católica, el látigo que golpea fuertemente a la
gran familia fundada por Jesús, Nuestro Señor.
Pedofilia y pederastia.
¿Acaso no son equivalentes estos dos vocablos? No. La pedofilia y pederastia no
son equivalentes. Según los entendidos,
el vocablo ´´pederastia´´ se refiere al abuso sexual que se comete con niños; y
el vocablo ´´pedofilia´´ o su variante paidofilia, es la atracción erótica o
sexual que una persona adulta siente por los niños.
El tema sobre los
abusos sexuales infantiles o abuso sexual a menores en el seno de la Iglesia, ha tocado las fibras más sensibles del
mundo católico y no católico. Los casos de sacerdotes, religiosos y obispos pederastas
van en progresión creciente. En Estados Unidos de América es donde se han
presentado más situaciones de abuso en contra de menores de edad por parte de
clérigos y religiosos. Solo en el estado de Pensilvania, al noreste de EE.UU.,
se dieron más de 1.000 casos de menores de edad que fueron víctima de abusos por
más de 300 sacerdotes a lo largo de siete décadas, según revistas y medios de
comunicación social.
En el año 2008, cuando
el papa emérito Benedicto XVI visitó la gran y noble nación estadounidense, ya
las alarmas estaban encendidas. El carácter de la visita de Benedicto XVI
obedeció a tan solo una razón: su visita fue eminentemente pastoral. El papa es
pastor, tiene corazón de pastor. El tema central de la visita fue y pudo
concretarse en una alentadora frase: “Cristo, nuestra esperanza” (Christ Our
Hope). El Papa Benedicto XVI llegó a esa gran nación de América del Norte, para
fortalecer la fe, la esperanza y el amor de los cristianos católicos en los
Estados Unidos. A pesar de que Benedicto XVI solo visitó Washington D.C. y la
ciudad de Nueva York, todos los católicos recibieron su mensaje; porque ellos,
los casi 70 millones de católicos en Estados Unidos, sintieron que el sucesor
de Pedro tenía algo nuevo que decirles. Pues para todos los católicos hay
esperanza, para los católicos estadounidenses, hispanos, inmigrantes, los que
se sienten lejos de su patria, los que se han sentido marginados por diversas
razones, para los que están heridos por los escándalos provocados por los
sacerdotes pederastas; para todos hay esperanza, porque Cristo, el Hijo de
Dios, que murió y resucitó por nosotros, que al resucitar quitó el pecado del
mundo, nos dio la vida eterna. ¡Cristo es nuestra esperanza!
Ante esta realidad
dolorosa y extremadamente vergonzosa, cabe la siguiente pregunta: ¿en cuáles
países ha habido más abusos sexuales por parte de sacerdotes pederastas? El
panorama es escalofriante… Las naciones que figuran son: Irlanda, Alemania, España,
Portugal, Bélgica, Holanda, Austria, Polonia, Italia, Australia, Estados Unidos
y Canadá. En nuestra América Latina las sirenas ya se hacen sonar con sonidos
dantescos. Chile, el largo y angosto país de Sudamérica, es la nación en la
cual más casos de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes pederastas se
han presentado. La visita apostólica que hiciera el papa Francisco a Chile en
el año 2018, fue señalada como el viaje más amargo en los cinco primeros años de
su pontificado. Sus palabras en torno al obispo emérito de Osorno, Juan Barros
Madrid, dejó indignados a muchos laicos: ´´El día que me traigan una prueba en
contra del obispo Barros, voy a hablar. No hay una sola prueba en contra, todo
es calumnia´´. Después, el papa Francisco con su voz argentada tuvo que pedir
disculpas a bordo del avión que le llevaba de regreso a Roma: ´´Debo pedir
disculpas porque la palabra 'prueba' ha herido a muchos abusados, fue sin
querer. Mi expresión no fue feliz, no la pensé. Lo digo con sinceridad´´.
Tristemente, Mons. Juan
de la Cruz Barros Madrid ha sido señalado como encubridor del padre Fernando
Salvador Miguel Karadima Fariña, quien fuera párroco de la parroquia del
Sagrado Corazón de Jesús en Santiago de Chile. Karadima, quien es culpable de
abusos sexuales en contra de menores, ha sido separado de sus funciones
eclesiásticas y ha perdido el estado clerical. Su vida ha sido llevada al sexto
y séptimo arte intitulada: ´´El bosque de Karadima´´, y el libro: Karadima, el señor de los infiernos. Está
de más decir que este personaje sombrío le ha hecho muchísimo daño a la Iglesia
de Jesucristo en Chile.
En los Estados Unidos
Mexicanos, que recibió cinco veces a san Juan Pablo II, donde inmortalizó en su
último viaje apostólico la frase ´´México siempre fiel´´, también se ha visto
sacudida por escándalos de sacerdotes pederastas desde años atrás. Sin duda
alguna, el caso más emblemático es el de Marcial Maciel Degollado, fundador de
la asociación seglar Regnum Christi y de la congregación católica Legión de
Cristo. Maciel fue acusado de abuso sexual contra varios niños y seminaristas
adolescentes. Gran impacto en la feligresía católica mexicana y mundial causó
aquella memorable carta abierta enviada a san Juan Pablo II, en 1997, por ocho
ex miembros de los Legionarios de Cristo que acusaban a su fundador, Marcial
Maciel, de haber abusado sexualmente de ellos cuando eran adolescentes. La
impresionante misiva, cuya firma la encabeza el padre Félix Alarcón Hoyos, fue
decisiva para separar del ministerio sacerdotal a Marcial Maciel. El 19 de mayo
del 2006, el papa Benedicto XVI ordenó al padre Maciel que se abstuviera de
ejercer su ministerio sacerdotal públicamente para llevar ´´una vida de oración
y penitencia´´. Hemos de reconocer que Benedicto XVI dio los primeros pasos en
firme para combatir este flagelo que golpea fuertemente a la Iglesia hoy.
El abuso sexual de
menores es considerado criminis
horribilis. ´´Es una forma de maltrato al menor. Incluye un amplio espectro
de acciones entre un niño y un adulto, o con niños mayores. Con frecuencia, aunque
no siempre, implica un contacto físico. Exhibir sus órganos genitales ante un
niño o presionar a un niño a tener relaciones sexuales, es abuso sexual contra
el menor. Utilizar niños en pornografía también es abuso sexual contra los
menores. Es la conducta en la que una niña o niño es utilizado como objeto
sexual por parte de una persona con la que mantiene una relación
asimétrica, de desigualdad, con respecto a la edad, la
madurez y el poder´´, nos dicen los especialistas de este tan doloroso,
vidrioso y vergonzoso tema. El abuso sexual a menores no solo está presente en
la Iglesia, como han querido dar a entender algunos medios de comunicación
social. Ha estado presente en la sociedad, familia, en la escuela e instituciones
varias, etc. Es un problema universal. Especialistas como Enrique Echebúrria y
Cristina Guerricaechevarría, nos dicen lo siguiente: ´´El abuso sexual infantil
se trata de un problema universal que está presente, de una u otra manera, en
todas las culturas y sociedades y que constituye un complejo fenómeno
resultante de una combinación de factores individuales, familiares y sociales.
Supone una interferencia en el desarrollo evolutivo del niño y puede dejar unas
secuelas que no siempre remiten con el paso del tiempo´´.
La pederastia es una
aberración, no se justifica de ningún modo. Es un crimen contra un niño
inocente. Los niños son para mí el jardín de la Iglesia. Ellos adornan, dan
candor y son la música celestial en la tierra de la Iglesia del Señor. Yo vengo
de una familia numerosa, donde se ama y respeta al niño. Por eso amo y veo en
ellos el amor infinito de Dios. En el Evangelio de Jesucristo, corazón
palpitante de las Sagradas Escrituras, leemos: ´´Mas Jesús les dijo: Dejad que
los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los que son como estos es
el Reino de los Cielos. Y, después de imponerles las manos, se fue de allí´´
(Mateo 19, 14-15); ´´Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: Dejad que
los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como estos es
el Reino de Dios´´ (Marcos 10, 14).
Entre los preferidos de Jesús figuraban siempre los niños. Jesús nos
pide como adultos, la sencillez de un niño, porque la gratuidad del Reino de
Dios nos vendrá si somos como ellos: sencillos y puros de corazón. San Juan
Pablo II, en una de sus bellísimas catequesis, nos dice: ´´Dios ha querido, en
su designio salvífico, que el Hijo unigénito naciera de una Virgen. Esta
decisión divina implica una profunda relación entre la virginidad de María y la
Encarnación del Verbo´´. Dios se hizo niño por amor a nosotros. Yo recibo con
corazón agradecido cuando un niño se acerca a mí para que lo abrace y le dé la
bendición. Hago muy mías las célebres palabras de san Óscar Arnulfo Romero: ´´¡Cuánto
vale para mí que un niño me tenga la confianza de abrazarme!´´.
La pederastia es
considerada en la Iglesia católica un delito gravísimo: delicta graviora. El amable lector que ha seguido con sumo cuidado
estas líneas, ha de saber que este tipo de delito y otros dos más, están
reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe, los cuales son:
• Contra la Eucaristía
(celebraciones prohibidas, sacrílegas, simuladas, etc.)
• Contra la santidad
del Sacramento de la Penitencia (absoluciones ilícitas, ruptura del sigilo
sacramental, uso de la confesión para fines turbios, etc)
• Contra el sexto
mandamiento por parte de un clérigo con un menor de 18 años (pederastia)
Si, lamentablemente, a
un sacerdote u obispo se le comprueba que ha faltado en el tercer tipo de delicta graviora, inmediatamente se le
suspende del ejercicio de su ministerio, con el fin de que se hagan las
investigaciones pertinentes por parte de la autoridad civil. Si a dicho
eclesiástico se le comprueba la acusación de pederastia que pesa sobre él, se
le aplica la pena máxima canónica: pérdida del estado clerical.
¿Ser presbítero es
equivalente a ser pederasta? ¡Claro que no! ¿Todos los sacerdotes y religiosos
son pederastas? ¡Por supuesto que no! ¿Cuántos clérigos hay en el seno de la
Iglesia católica? En el Anuario
Pontificio 2018 y Annuarium
Statisticum Ecclesiae 2016, encontramos la respuesta. En el año en mención,
la cifra de clérigos era de 466.634: con 5.353 obispos, 414.969
sacerdotes y 46.312 diáconos permanentes. Claro está, que las cifras han
variado respecto al año 2019. Los medios de comunicación social, se han hecho
eco de las denuncias hechas en contra de sacerdotes pederastas. Pero no todos
han sido lo suficientemente serios y responsables en transmitir tales noticias.
Igual podría decir de algunos activistas que están luchando día a día para que
sus gritos sean escuchados en el Estado de la Ciudad del Vaticano. Hay algunos medios de comunicación social que,
conociendo la intensidad del delito de pederastia, dolor, sufrimiento y
vergüenza, han hecho de la noticia una fantástica fiesta amarillista a
ultranza. Han maximizado la noticia. Han exagerado en sus notas periodísticas
números y porcentajes en cuanto a los sacerdotes pederastas. ¿Qué quiero decir?
Con profunda tristeza y dolor, veo en
determinados medios de comunicación social de nuestra extensión de tierra, la
ampliación de temas con mucho morbo, espina, veneno, sangre y saña en contra de
la Iglesia católica y sus pastores, sobre todo en el tema de la pederastia. Sin
importar el dolor de las víctimas y el prestigio de aquellos clérigos que no
son pederastas. ¿Acaso habrá que decirles a ciertos periodistas, parafraseando
al gran Pablo Neruda, lo que un día le recomendó a la gran Isabel Allende,
cuando esta lo entrevistó: ´´ Ustedes deben ser los peores periodistas de este
país, hijos´´. Pero, a diferencia de Isabel Allende, estos no escriben ni
novelas ni cuentos…
Dichos medios insisten
una y otra vez, de forma obsesionada y persecutoria, en un tema específico,
perdiendo totalmente la visión de conjunto de la noticia como interés
informativo y formativo; terminan informando noticia huera, casi bazofia,
noticias escritas con un espíritu mindundi. Afirmando o dando a entender que
todos los sacerdotes son pederastas. Inflando cifras y porcentajes del número
real de sacerdotes pederasta que hay en la Iglesia. No son serios.
Repito: no todos los
sacerdotes, religiosos u obispos son pederastas. ¡No! ¡No lo somos! Llama la
atención la escasísima noticia y el sumo desinterés por cubrir noticias de
sacerdotes que se consumen día a día dando la vida por Jesucristo Nuestro
Señor. Sacerdotes que, en el silencio discreto y humilde, revestido de
sencillez, están ayudando a muchas personas a tener un encuentro personal con
Jesucristo, salvador de nuestras vidas. Sacerdotes socorriendo a muchos en
crisis humanitarias, confortando a los enfermos y desesperados, sirviendo a sus
hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados y orfanatos.
Sacerdotes que, en el apostolado de sus parroquias y misiones, están dando
motivaciones a muchas personas, para que estas aprendan a vivir y amar
plenamente. Claro, eso no es noticia rocambolesca para tales medios de
comunicación, que necesitan demudar y hacer de sus medios impresos y en
imágenes, páginas flamígeras con letras incendiarias. Ningún medio de
comunicación social se ha preocupado en cubrir la labor que realizamos los
misioneros redentoristas en toda América Central, sobre todo, en Dangriga Town,
Stann Creek, Belice. Donde regentamos una parroquia pobre, en la cual se hablan
cinco idiomas: inglés, español, garífuna, kekchí y maya mopán.
La empresa comercial
estadounidense de entretenimiento Netflix, ha estrenado recientemente un
documental titulado ´´Examen de Conciencia´´, donde aborda el tema sobre los
abusos sexuales dentro la Iglesia católica. Excelente documental, pero a mí me
gustaría que esta gran empresa, también proyectara la labor de amor y
misericordia que realiza la Iglesia en todo el mundo. Netflix realizaría
bellísimos documentales sobre las buenas obras de la Iglesia.
¿Saben los católicos,
medios de comunicación y empresas como Netflix, sobre las buenas obras de
misericordia de la Iglesia? Probablemente, no. José Miguel Arráiz, ingeniero en
computación, casado y con tres hijas, con una maestría en gerencia empresarial,
nos dice sobre las buenas obras de la Iglesia católica en el mundo: ´´En total
tenemos que la Iglesia administra un total de 67.264 escuelas maternas
frecuentadas por 6.386.497 alumnos; 91.694 escuelas primarias por 29.800.338
alumnos; 41.210 institutos secundarios por 16.778.633 alumnos. Además, sigue
1.894.148 jóvenes de las escuelas superiores y 2.837.370 estudiantes
universitarios. Los institutos de beneficencia y asistencia administrados en el
mundo por la Iglesia comprenden: 5.378 hospitales, 18.088 dispensarios, 521
leproserías, 15.448 casas para ancianos, enfermos crónicos y minusválidos,
9.376 orfanatos, 11.555 jardines de infancia; 13.599 consultorios
matrimoniales, 33.146 centros de educación o reeducación social y 10.356
instituciones de otros tipos´´.
Si en seno de la
Iglesia hay 466.634 clérigos según el Annuarium
Statisticum Ecclesiae 2016, surge la siguiente pregunta: ¿cuántos, realmente,
han sido acusados de pederastia? o la siguiente pregunta: ¿a cuántos se les ha
comprobado que son culpables de tales crímenes de pederastia? Si la iglesia
tiene alrededor de 466.634 a nivel mundial, de los cuales un poco más de 3.000 han
sido acusados formalmente de pederastia, significa que el porcentaje de
sacerdotes pederastas es de 0.075 %, menos de un 1 al millar. El amable lector,
aunque no sea avezado en matemáticas como quien les escribe, sabrá sacar muy en
serio esos porcentajes. No son millares como afirman algunos medios de
comunicación. Reconozco, sea más, o sea menos, que el porcentaje de sacerdotes
pederastas, es una cifra escandalosa para la santidad a la que todos los
sacerdotes estamos llamados. Esta realidad numérica, que no es ficticia, viene a
desbaratar el mito tan proliferado por algunos medios de comunicación cuando
dicen que los sacerdotes pederastas son millones y que todo el clero de la
Iglesia universal padece de tan espantoso mal. Sacerdote o religioso, igual a
pederasta, dicen. ¡No es cierto!
El papa Francisco ha
pedido perdón en varias ocasiones por estos actos horribles de pederastia. Y no
solo el romano pontífice, varias Conferencias Episcopales han pedido perdón por
ello. Recientemente lo hicieron los señores obispos de la provincia
eclesiástica de Costa Rica. Yo me uno al pedido de perdón del papa y de los
obispos. En el mes de febrero se celebró en Roma, en la Ciudad del Vaticano, del
21 al 24, una cumbre sobre pederastia, la cual terminó, según el activista
español Miguel Ángel Hurtado, con más pena que gloria. No es cierto. En dicha
cumbre participaron los presidentes de Conferencias Episcopales de todo el
mundo, para tratar exclusivamente el problema de la pederastia en el interior
de la Iglesia católica. Tras la cumbre, el Vaticano ha anunciado dos medidas
para los casos de pederastia: un documento sobre prevención y un manual de
instrucciones para los obispos. El papa Francisco ha prometido llevar a la
justicia civil y eclesiástica a todos los sacerdotes que hayan cometido abusos
sexuales a menores. Pues uno de los objetivos centrales de la cumbre, era
presentar un plan de acción global con medidas contundentes para terminar de
una vez por todas, con tan triste realidad dentro de la Iglesia. ¡Tolerancia
cero!
A la voz del papa
Francisco, se unieron las voces de los superiores y superioras generales de
órdenes y congregaciones del mundo entero: la Unión Internacional de Superiores
Generales. Con la declaración de los superiores mayores que se titula así: ´´El
abuso de niños es un mal en todo tiempo y lugar: este punto no es negociable´´,
los religiosos piden perdón por los religiosos pederastas y dan todo el apoyo
al papa Francisco. Le dicen al papa que van a redoblar los esfuerzos para trabajar
con él, ´´para que la Iglesia pueda avanzar de manera coherente, creíble y
unida; de manera verdaderamente sanadora, sinceramente renovada, con nuevos
ojos para ver y nuevos oídos para oír´´. Trabajarán por una cultura de
protección en tres puntos esenciales: educación y salud, formación y
espiritualidad.
En este momento
presente de la historia de la Iglesia, en este año 2019, ante la realidad de la
pederastia, entramos llenos de esperanza en la Cuaresma. Con el Miércoles de
Ceniza iniciamos el tiempo litúrgico de la Cuaresma. Este tiempo nos prepara
para vivir en nuestro peregrinaje en la fe, la celebración exultante de gozo
del misterio de la Pascua de Cristo Jesús. Estos cuarenta días de ejercicio
espiritual en la Iglesia, nos llevan a recordar los cuarenta días de Moisés en
el monte Sinaí o monte Horeb, los cuarenta años en el desierto del pueblo
elegido de Israel saliendo de Egipto a Canaán, pasando por Qâdêsh Barnêa (Cades Barnea), donde se dio la
gran rebeldía de dicho pueblo, punto de quiebre entre Dios y su pueblo; y los
cuarenta días de ayuno de Jesús.
La escalada cuaresmal
nos lleva a la renovación de nuestro compromiso bautismal, y a la vez a tomar
un camino de conversión serio y resuelto. El tiempo de Cuaresma nos debe mover
espiritualmente a una profunda renovación interior. Los entendidos y estudiosos
de la palabra de Dios, nos iluminan diciendo que el acento o la fuerza en este
tiempo, no son las prácticas penitenciales, sino la acción santa o justicia del
Señor en nuestras vidas, mediante el signo bíblico de la ceniza.
El obispo auxiliar de
la arquidiócesis de Managua, el masayense Silvio José Báez Ortega, nos ilustra
con estas palabras sobre el significado de la ceniza: ´´El símbolo bíblico de
“la ceniza”, con el que se inicia el camino cuaresmal, nos ayuda a entrar en
contacto con aquel polvo con el que fuimos formados (Gen 2,7) y al cual
volveremos. En la Biblia, cubrirse la cabeza con cenizas, rasgarse las
vestiduras, o postrarse en silencio, eran signos penitenciales y de duelo, con
los cuales el creyente entraba simbólicamente en la muerte´´.
La Cuaresma nos debe
conducir a un cambio radical de vida. Como cristianos ante todo, y como presbíteros
y consagrados para la misión de la Iglesia, nuestra meta de vida debe ser esa.
La Santa Madre Iglesia Católica y Apostólica, nos invita tender reciamente a
Jesucristo. La Cuaresma es un tiempo privilegiado para el perdón y la reconciliación.
Un tiempo de gracia y santidad para vivir la inmensa misericordia de Dios como
Padre amoroso que es. Urge que todos los religiosos y sacerdotes entremos en la
órbita de la conversión.
Desde de lo más
profundo de mi corazón, y el fuero interno de mi ser, declaro con dolor,
vergüenza y profundísima tristeza, esta realidad que vive mi amada Iglesia hoy.
Mi actitud interior fue, es y será, la de honrar mi propia condición como
persona humana, como religioso y sacerdote, servir a mis hermanos los hombres,
mujeres, niños y ancianos.
Doy gracias infinitas a
Dios y a su Madre la Virgen, Madre de Misericordia, por el don del sacerdocio y
vida consagrada. Gracias a ellos, a mis padres y familia entera, no soy ni
pedófilo ni pederasta. ¡No todos los sacerdotes somos pederastas!