VIVENCIAS DE LA BEATA MARÍA
ROMERO MENESES: APÓSTOL Y MADRE DE LOS POBRES (Colección Santos y beatos)
´´Sor María Romero Meneses,
supo reflejar el rostro de Cristo que se hace reconocer al repartir el pan´´
(San Juan Pablo II)
Nuestra beata María Romero Meneses,
nació a las tres y media de la tarde en la París de Centroamérica, Granada,
Nicaragua, un lunes 13 de enero de 1902, año que comenzó un día miércoles. En
ese año cumplía la mayoría de edad el rey Alfonso XIII, quien en ese memorable
año juraba la Constitución, inaugurando así su reinado. Nicaragua era gobernada
por el militar y político liberal José Santos Zelaya López. Y el ´príncipe de
las letras castellanas´, Rubén Darío, ya había publicado en París la segunda
edición de Prosas profanas.
Sus padres, don Félix Romero Arana,
quien era el ministro de Hacienda en el Gobierno del presidente Zelaya, y doña
Ana Meneses Blandón, supieron transmitir a la niña y jovencita María los
valores de la fe cristiana católica. Así fue creciendo la joven damita de la
sociedad granadina y muy acomodada María Romero, hasta convertirse en una de
las mujeres más grandes de la Iglesia que peregrina en América Central; pues es
la segunda mujer centroamericana en alcanzar el honor de los altares, y que hoy
resplandece en la gloria del cielo.
En 1920, cuando la jovencita María
Romero tenía dieciocho años de edad, acompañada de otra jovencita, Berta Medal,
ingresó en el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, para iniciar su
formación religiosa en la ciudad de Santa Tecla, El Salvador. Tres años más
tarde, un seis de enero, solemnidad de la Epifanía del Señor, hizo sus votos
temporales de pobreza, castidad y obediencia. En esa misma solemnidad, pero del
año 1929, en el colegio María Auxiliadora de la ciudad de Granada, pronunció
solemnemente sus votos perpetuos. Ese día, en la gruta del colegio florecieron
muchos lirios como señal amorosa de la Inmaculada Concepción de María. Y en el
año de 1931, su docilidad al Señor mediante el voto de la obediencia, la lleva
a la ciudad de San José, Costa Rica, a la casa provincial, y un año después al
colegio María Auxiliadora. Fue allí, en ese hermoso país, donde Dios Padre
derramó como óleo santo por casi medio siglo tantas gracias y bendiciones en la
persona de la beata María Romero.
Fue beatificada en Roma, la Ciudad
Eterna. Dicha ciudad fue el escenario en el que se realizó la ceremonia solemne
de beatificación de la venerable sor María Romero, el domingo 14 de abril del
2002. Era Pascua florida. Desde la plaza de San Pedro (Piazza San Pietro),
escuchamos la fórmula de beatificación que la proclamó bienaventurada, que está
gozando de las delicias del Paraíso y fue inscrita en el catálogo de los beatos
de la santa Iglesia católica y apostólica. La ceremonia de beatificación fue
presidida por san Juan Pablo II. Concelebraron Su Emcia. Revma. cardenal Miguel
Obando Bravo (Q.d.D.g.), y Su Excia. Revma Román Arrieta Villalobos, arzobispo
metropolitano de San José (Q.d.D.g.), y quien les escribe estas letras fue uno
de los ministros ordinarios que distribuyó la sagrada comunión ese memorable
día.
En su vibrante homilía, el santo polaco
destacó con estas palabras la figura de sor María Romero: ´´Con un amor apasionado
a Dios y una confianza ilimitada en el auxilio de la Virgen María, sor María
Romero fue religiosa ejemplar, apóstol y madre de los pobres, que, sin excluir
a nadie, eran sus preferidos. ¡Que su recuerdo sea bendición para todos y que
las obras fundadas por ella, entre las que destaca la "Casa de la
Virgen" en San José, sigan siendo fieles a los ideales que les dieron
origen!´´. Y es que la espiritualidad de sor María Romero nos enriquece a
todos. Enriquece a la gran familia nicaragüense y costarricense. El
acontecimiento de su beatificación es bendición y renovación como cristianos,
fieles seguidores de Jesucristo Nuestro Señor. San Juan Pablo II, dirigiéndose
a los nicaragüenses y costarricenses que estábamos reunidos como hermanos en la
plaza de San Pedro, el día de la beatificación, nos dijo: ´´Podrán encontrar en
la nueva beata, que tanto los amó, abundantes ejemplos y enseñanzas para
renovar y fortalecer su vida cristiana, tan arraigada en esas tierras´´. Ciertamente, sor María nos ha enseñado a
confiar plenamente en Jesús y María. Ella nos enseñó a rezar de la mano de su
´Rey y su Reina´, con la locución tan entrañable de ´pon tu mano Madre mía,
ponla antes que la mía´ y ´Todo para Ella, sea mejor conocida y más amada´´.
Hablando de la santidad, monseñor Silvio
Báez, obispo auxiliar de Managua, nos ilumina diciendo: ´´El santo es alguien
que se ha abierto al don de Dios, y ha hecho que ese don fructifique y se
vuelva fecundo en su vida traducido en obras´´. Las obras que realizó y encarnó
la beata María Romero, fueron las obras de misericordia espirituales y
corporales. Entre sus obras sociales y espirituales más importantes que realizó
en San José de Costa Rica, según Nidia Varela Aguilar, en su escrito LA OBRA
SOCIAL REALIZADA POR SOR MARÍA ROMERO MENESES – FMA EN SAN JOSÉ DE COSTA RICA
DURANTE LOS AÑOS 1933-1977, son las siguientes, y se vertebran en doce puntos:
´´1.La misión de sor María se inicia en el Oratorio central “María
Auxiliadora”. 2. Dispensario: distribución de comida a gente pobre. 3. Labor de
sor María con las mujeres de zonas pobres de San José “Mujeres de la ayuda”. 4.
Fiestas para niños. 5. La escuela de orientación social. 6. El consultorio
médico. 7. El hogar para jóvenes (llamado hoy hogar sor María Romero). 8.
Escuela de promoción social. 9. Las ciudadelas. Sor María es además fundadora
de tres Ciudadelas para pobres, “Asociación Ayuda a necesitados” (ASAYNE). 10.
Consulta o consejería. 11. Ejercicios espirituales. 12. Los llamados “té de sor
María”. Una forma de suscitar colaboradoras. Pero la obra cumbre de sor María,
nos dice Nidia Varela, fue la propagación de la devoción a Jesús eucaristía y a
María Auxiliadora.
Existe una miríada de testimonios
vivenciales acerca del apostolado intenso y fecundo de nuestra beata María Romero
Meneses. Obispos como monseñor Ángel San Casimiro Fernández, emérito de la
diócesis de Alajuela, quien trabajó tres años y medio al lado de sor María, nos
ha dado su testimonio. Dice que nunca la vio triste, siempre sonreía y
transmitía mucha paz. Expresidentes como doña Violeta Barrios de Chamorro
(presidente de Nicaragua 1990-1997), don Abel Pacheco de la Espriella
(presidente de Costa Rica 2002-2006), y Enrique Bolaños Geyer (presidente de
Nicaragua 2002-2007), conocieron muy de cerca la labor ingente de la beata
María. Doctores y médicos, entre los cuales están Isidro Perera, José Miguel
Goyenaga y Yanina Peralta, han sido testigos de las obras de misericordia
realizadas en la persona de la religiosa granadina. Empresarios como don
Rodrigo Barzuna y Felipe Mántica Abaunza, colaboraron con las Obras Sociales de
sor María. Interesante escuchar los testimonios de grandes maestros de la
pluma, como el gran poeta y sacerdote Ernesto Cardenal Martínez, hablando de
cómo el ´agua milagrosa´ había curado a un seminarista, y el testimonio de la
escritora y muy devota de sor María, Mercedes Gordillo. Periodistas reconocidos
internacionalmente como Carlos Fernando Chamorro, quien habló extensamente de
sor María en sus programas ´Esta Noche´ y ´Esta Semana´. Políticos e
historiadores de la talla de don José Cuadra Cardenal (Q.d.D.g.), se hicieron
eco de los testimonios vertidos sobre la beata María, madre y apóstol de los
pobres. También son muchos los testimonios de religiosas como sor Teresa Salas,
encargada del proceso de canonización y sor Magdalena Castro, directora de las
Obras Sociales, y la gran e inolvidable sor Emilia Rachela Rigoni. Y cómo no
mencionar el testimonio de los señores Álex Solís Fallas y Claudia Quirós
Feoli, padres de María Solís Quirós, a quien llamaban ´la niña del milagro´.
Pues en la ahora señorita María Solís, la Iglesia católica reconoció el milagro
que la venerable María Romero Meneses necesitaba para ser proclamada
oficialmente beata.
Yo no puedo callar mi propio testimonio.
No conocí personalmente a la beata María Romero. Solo sé que ella me tuvo en su
regazo y me impuso las manos haciendo sobre mí una hermosa plegaria. Los
testimonios vivenciales que conozco son de mi familia. De labios de la
inolvidable sor Laura Medal Zamora, escuché anécdotas impresionantes. Sor
Laurita, como le decíamos cariñosamente, era hermana de mi abuelita paterna
doña Carmen Medal Zamora vda. de Rodríguez, de quien también escuché
narraciones sobre la vida y obra de nuestra beata. En una ocasión, cuando sor
María Romero visitó Nicaragua, recibió a deshora en el colegio María Mazarello
a mi abuelita materna, doña Modestana Rodríguez Duarte vda. de Alvardo, quien
requería de una palabra de consuelo, palabra que recibió y ayudó grandemente a
mi afligida abuelita. He recibido como un tesoro espiritual vivencias de mi
padre, el médico veterinario Juan Bosco Rodríguez Medal, y de mis tías María
Auxiliadora (Q.d.D.g.), Teresa, Nelly, Fátima y María Dolores Rodríguez Medal.
Como también de mis tíos segundos, sor María del Carmen Lamm Medal, Luis Lamm
Medal y Marta Lamm Medal.
En la década de los años de 1970, mis
padres se separaron. Mi abuelita paterna se entrevistó con sor María Romero
para solicitarle ayuda por esa situación familiar. Sor María escuchó a mi abuelita
con tanta solicitud y cariño, como solía hacerlo con tantas personas
preocupadas o aquejadas por un mal. Sor María le dijo que deseaba hablar con
mis padres, porque un problema matrimonial se resuelve estando presente la
pareja interesada. Ninguno de mis padres acudió a hablar con sor María. Mi
abuelita, más afligida, se lo hizo saber a sor María, que mis padres no iban a
acudir a su llamado. Fue entonces, cuando sor María le dijo una profecía a mi
afligida abuelita, que se cumplió años más tarde. El día de mi ordenación sacerdotal, que
ocurrió un 1 de julio de 1995, mis padres ya se habían reconciliado, y fue el
gran día en que estuvo reunida casi toda la familia. Sor María profetizó que
mis padres iban a reconstruir su matrimonio. Mis padres estuvieron separados
casi diecisiete años…
Sor María Romero realizó su viaje hacia
la Casa del Padre, cerrando sus ojos a este mundo, para abrirlos en la
eternidad, en la ciudad de Santiago de los Caballeros de León, balneario Las
Peñitas, a los 75 años de edad, un 7 de julio de 1977, jueves eucarístico y
sacerdotal. Nuestra beata partió a la Casa del Padre un día 7, del séptimo mes
del año, del año 77. En la Biblia el número 7 representa la perfección, y
también significa que una obra se ha cumplido perfectamente. Fue a encontrarse
con «su Rey» y «su Reina». Murió gozando de fama de santidad, siendo aclamada
por el pueblo santo de Dios nicaragüense y costarricense, como una mujer buena,
santa y madre de los pobres, que ayudó a muchas personas que estaban en la indigencia.
Que la beata María Romero Meneses, sea
para la gran familia cristiana de Nicaragua y Costa Rica, motivo y ocasión para
llenarnos del Espíritu Santo, arropados bajo el tierno y dulce manto de la
Virgen María del Perpetuo Socorro, y que siempre estemos todos unidos en el
júbilo de compartir una beata. Que seamos todos verdaderamente hermanos. Que la
beata María Romero sea un puente de amor entre Nicaragua y Costa Rica. Ella,
que vio en cada gota del inmenso mar, el gran amor de Dios.
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